lunes, 4 de febrero de 2019

Entrevista capotiana a Víctor Parkas


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Víctor Parkas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Como me pilla leyendo «El meu poble» de Josep Pla, le voy a decir Palafrugell, que además es un sitio en el que nunca he estado; me seduce la idea de confinarme en un pueblo elegido a ciegas.
¿Prefiere los animales a la gente?
El eje animal/humano no me parece muy útil. Prefiero cualquier tipo de vertebrado a los mamíferos, por ejemplo. Los mamíferos son los únicos seres vivos funcionales a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.
¿Es usted cruel?
Cuando lo soy, intento o bien disparar hacia arriba, o bien dispararme en el pie. Ser cruel con alguien que ostenta menos privilegios que uno es repugnante.
¿Tiene muchos amigos?
Un escritor con muchos amigos no es un escritor, es un publicista.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Las mismas que reclamaba Miqui Puig en su tema Los Módena: enemigos compartidos y calcetines a juego.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Todo el tiempo, y me parece sano que así sea. La amistad, considero, se basa precisamente en eso: cabalgar decepciones de la mejor manera posible.
¿Es usted una persona sincera? 
De una forma pasivo-agresiva, pero sí: absolutamente sincera.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con mi familia nuclear.
¿Qué le da más miedo?
El eventual sufrimiento de mi familia nuclear.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Escandalizarse como postura resistencialista: eso, es lo que me escandaliza a mí.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Por culpa de la televisión autonómica catalana, que durante largo tiempo estuvo programando «Dr. Katz» en horario infantil, quise ser psicoterapeuta.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Limpio mi casa de forma muy minuciosa, a fondo, en jornadas maratonianas. Gastar energías en el gimnasio o haciendo running me parece una obscenidad burguesa. Llevo sin practicar ejercicio físico desde 2015, y me jacto de ello. 
¿Sabe cocinar?
No, pero jamás me jactaría de ello.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Valtonyc.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
«Conflicto».
¿Y la más peligrosa?
«Nosotros».
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Los deseos homicidas son una ordinariez, como masticar con la boca abierta o desplazarse en patinete eléctrico. La respuesta es no, nunca.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
¡Mambo!
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Ventrílocuo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Mi condición de carnívoro. Me avergüenza profundamente serlo todavía, y aprovecho este espacio para pedir disculpas por ello.
¿Y sus virtudes?
Soy rigurosamente abstemio.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Eróticas, idealmente: si me estuviera ahogando, aprovecharía para descubrir si la hipoxifilia es tan placentera como dicen.
T. M.