jueves, 28 de febrero de 2019

Entrevista capotiana a Virginia Navalón


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Virginia Navalón.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La alegría.
¿Prefiere los animales a la gente?
Todos somos animales.
¿Es usted cruel?
No, pero formo parte de esta sociedad, así que debería responder que sí.
¿Tiene muchos amigos?
Son pocos, pero buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean leales.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, soy comprensiva.
¿Es usted una persona sincera? 
Demasiado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿Qué es eso?
¿Qué le da más miedo?
La intolerancia.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La lista es tan larga que no cabe aquí. La mayoría de las noticias. Supongo que las seleccionan por eso.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
He escrito unos cuantos libros y ni siquiera me considero escritora, sino arquitecta. Quizá debería empezar a creer que lo soy. O no. No sé. ¿Qué habría hecho sin la arquitectura ni la escritura? Me dedicaría a la pintura, que la tengo algo aparcada ahora. Si no pudiera dedicarme profesionalmente a algo creativo, supongo que aplicaría la creatividad a otros campos. Si la creatividad no fuera posible de ningún modo, me suicidaría.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me muevo siempre en bici, a cuarenta grados o bajo un diluvio, así que hago bastante deporte sin darme cuenta. Se me ocurren más cosas que hago y que suponen ejercicio físico, como subir hasta castillos en ruinas en lo alto de montañas poco accesibles, o el senderismo, pero siempre el ejercicio es un medio y no un fin.
¿Sabe cocinar?
Sí. Echar a una tarta cayena en vez de canela es normal, ¿no?
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi padre.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza.
¿Y la más peligrosa?
Miedo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, ni a una mosca.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
¿La política es cuestión de tendencias?
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Poema.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Escribir, leer y la arquitectura cuando el proyecto es bonito o difícil. Están muy igualados y son poderosos los tres, pero van a rachas y suele haber uno que predomina.
¿Y sus virtudes?
Mis vicios son llevaderos.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Peces.
T. M.