lunes, 8 de abril de 2019

Entrevista capotiana a Enrique del Risco


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Enrique del Risco.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa. Con mis libros, mis discos, mis amigos, mi cocina. Aunque si se me permite fantasear también uno de esos grandes museos que uno nunca termina de ver, donde siempre queda algo por descubrir o un cuadro al que regresar: el Louvre, el Prado, el Museo Metropolitano de Nueva York.
¿Prefiere los animales a la gente?
La gente, definitivamente. A la gente se le puede pedir responsabilidad por lo que hacen. Y por lo general tienen más sentido del humor.
¿Es usted cruel?
Solo me lo permito en la ficción.
¿Tiene muchos amigos?
Unos cuantos, sí. Y muy buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, constancia, sentido del humor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
¿Qué clase de pregunta es esa?
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, lamentablemente. Un impulso que trato de controlar todo lo que puedo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿Tiempo libre? ¿Dónde se consigue eso?
¿Qué le da más miedo?
Lo mismo que a todo el mundo, creo: hacer el ridículo, traicionarme a mí mismo. La posibilidad de muerte de alguien querido. La muerte propia mientras quede algo que me interese hacer.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La idiotez. Es un espectáculo que siempre pone a prueba mi capacidad de asombro y de autocontrol.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
¿Y eso existe? ¿Una vida que no sea creativa y que se le siga llamando vida?
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Antes me gustaban mucho los ejercicios físicos. Ahora más bien me inclino por los químicos.
¿Sabe cocinar?
Bastante bien. Comidas de todas partes del mundo siempre que me gusten y no lleven preparación excesiva. Y puedo cocinar para buena cantidad de gente. Veinte, treinta personas y hasta más.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
¿De los conocidos? Jorge Valls, poeta que parecía saber de todo en este mundo y con una humanidad y sensibilidad increíbles. Lo metieron veinte años en prisión y salió con su humanidad intacta. Lo más cerca que he podido estar de Confucio, Sócrates, Cristo o José Martí en esta vida. O Paquito D’Rivera, un músico con una simpatía y una vitalidad increíbles.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Dios. Al menos para los que creen en ella.
¿Y la más peligrosa?
Esa u otra parecida. Utopía, por ejemplo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Fidel Castro. Pero no sé si cuenta como “alguien” o una manifestación de esa abstracción que conocemos como “el Mal”. A mí me tocó esa.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Evitar los extremos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Músico. Si pudiera.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Soy una persona viciosa por naturaleza así que trato que los vicios que agarre sean productivos. Pero… ¿no será una mala traducción? ¿No estará preguntando por mis defectos?
¿Y sus virtudes?
La constancia, la lealtad, el sentido del humor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un salvavidas. Naranja.
T. M.