lunes, 20 de mayo de 2019

Entrevista capotiana a Antonio Rincón-Cano


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Rincón-Cano.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Un lugar rodeado de mar.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero la gente con aire animal y los animales con pinta de gente.
¿Es usted cruel?
Como cualquier hijo de vecino.
¿Tiene muchos amigos?
No tanto como me gustaría y no los sé cuidar especialmente. Pero los pocos que cuido no me fallas y no les fallo. Se convierten en familia. La familia que elijo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sepan reírse de la vida. Que relativicen los dramas. La honestidad y que sean pasionales. Y que tengan capacidad de sorprenderse, que no lo den todo por hecho. Es lo mismo que le pido a los amantes.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí. Pero empiezo a creer que es algo que me tengo que mirar yo, ya estoy en ello.
¿Es usted una persona sincera? 
Soy callada. Y el que calla otorga.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En pasar el tiempo con mi marido y mi perro. Si es posible, viajar.
¿Qué le da más miedo?
Últimamente me ronda la idea de la enfermedad y de hacerme cargo de otras personas. Me da miedo no saber acompañar a otras personas en los días finales de su vida.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Esa nueva derecha “sin complejos”. Me escandaliza que se pueda decir cualquier cosa, sin pensar realmente en un bien común o colectivo. Que se pongan en duda valores que ya estaban establecidos. Porque eso está creando una “espiral del silencio” en los moderados y el discurso de la intolerancia se está imponiendo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Las vocaciones se transforman, eso es una capacidad que todo alma creativa debe tener, si esto no fuera así, el grado de frustración sería insuperable. No creo que me dedique a la escritura, paso tiempo escribiendo, menos del que debería. Escritor es el que se gana la vida escribiendo, no es mi caso. Así que me dedicaría a lo que me dedico, la comunicación en un amplio abanico de funciones.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, voy regularmente al gimnasio. Es el único sitio donde durante una hora mi mente deja de estar activa y se centra solo en mi cuerpo.
¿Sabe cocinar?
Sé hacer de comer, pero no sé cocinar. Asignatura pendiente.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Hace poco revisté Top Girl de Churchill, gracias a la producción que ha hecho el CDN. Y me quedé con esa mosca detrás de la oreja de saber más y poder contar más sobre la “Papisa Juana”, otra Juana que me interesa es Juana de Arco y se me enlaza en la mente con Sor Juana Inés de la Cruz, que la convertiría en persona inolvidable también. Y hace relativamente poco llevé la producción ejecutiva de Mestiza, una obra de Julieta Soria que gira entorno a Francisca Pizarro Yupanqui. Se nos quedaron cosas en el tintero sobre ese apasionante personaje de la historia de España… No sé elegir. Acabo de darme cuenta que solo he nombrado mujeres, no ha sido intencionado, y que todas existieron, no son personajes de ficción. Tampoco sé si son inolvidables para una memoria colectiva, pero hay que escribir sobre ellas para hacerlas inolvidables.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Nacimiento. Siempre creemos que los que vienen detrás lo harán mejor que nosotros, por eso seguimos trayendo gente al mundo.
¿Y la más peligrosa?
Dios. Se ha matado y se sigue matando mucho en nombre de Dios. En nombre de algo que no podemos demostrar empíricamente. Y no solo lo digo por el islamismo extremo. ¿Cuántos hombres y mujeres homosexuales se suicidan hoy porque su familia no los aceptara en nombre de Dios? Muchos. Más de lo que creemos. No es demagogia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Creo que no. Pero muchos personajes míos matan. No sé si canalizo algo a través de la ficción.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Siempre me he considerado de socialdemócrata.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gusta lo que soy. No quiero ser otra cosa.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El teatro, el sexo y las drogas. Excesivamente curioso. Lo quiero probar todo.
¿Y sus virtudes?
El sexo, el silencio y el teatro. Que me gusta enseñar a otros, no me gusta quedarme nada para mí. Nada de lo que descubro.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mi gata. Perdido en el patio de mi colegio. Las tardes de cine con mi padre. La muerte de mi abuelo. Los viajes en la moto de mi hermana. Las clases de danza. Los veranos baja el moral. El grupo de teatro. El viaje a Cuba. El nacimiento de mis sobrinos. Las clases en Layton. Las pinturas negras de Goya. Los equipos de Zara. El correo en el que me concedían el Romero Esteo. El cruce de miradas en la alameda. El viaje a Amsterdam. La pedida a mi marido. Mi boda en el cielo de Madrid. Mi madre vestida de azul en mi boda. Tokio. Koyasán. Kioto. Despertar junto a mi marido. Mis amigos bailando en una noche sin fin. Mi perro. La cena fin de gira en Canarias. El atardecer junto a mi marido y mi perro en el Palacio Real. Madrid desde mi terraza. “Que no acabe nunca”….
T. M.