domingo, 18 de agosto de 2019

Entrevista capotiana a Jacobo Armero


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jacobo Armero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El vacío.
¿Prefiere los animales a la gente?
No.
¿Es usted cruel?
No lo creo.
¿Tiene muchos amigos?
No demasiados.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco cualidades en mis amigos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí; y esto me decepciona.
¿Es usted una persona sincera? 
Quizás demasiado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No haciendo nada, aunque no tenga sentido. ¿No habría que decir más bien: haciendo nada?
¿Qué le da más miedo?
Una penosa enfermedad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Si acaso la estupidez humana.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Habría procurado ser rentista.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí.
¿Sabe cocinar?
Sí.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A la hermana de Holden Cauldfield.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
¿Libertad?
¿Y la más peligrosa?
¿Realidad?
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
En serio, no.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Procuro no decidir en función de mis intereses personales.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Niño todo el rato.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ninguno destacable.
¿Y sus virtudes?
¿La curiosidad?
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las torres Kio en llamas.
T. M.