jueves, 19 de septiembre de 2019

Entrevista capotiana a Ana Pacheco


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ana Pacheco.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Creo que me quedaría en casa. Una casa casa. Una casa mía llena de cosas. Ahora mismo solo sigo sintiendo casa la casa de mis padres. Los contratos de tres años no han puesto nada fácil eso de desarrollar sentimientos hacia pisos en alquiler.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero los humanos siempre. La mayor parte de los animales me dan miedo, creo que podrían matarnos y si no lo hacen es por pura deferencia.
¿Es usted cruel?
Creo que no soy muy cruel. Además, cuando soy cruel y me doy cuenta, me pongo nerviosa y dejo de hacerlo. Sé que eso no invalida mi crueldad anterior. 
¿Tiene muchos amigos?
Tengo 1703 amigos en Facebook. Ese es el único dato numérico al que me puedo aferrar, de lo otro no tengo ni idea.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
¡Busco que me quieran! ¡Que me cuiden! ¡Que no me abandonen cuando se echen novios y novias! También quiero que nos pongamos de acuerdo en algunas cosas importantes.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Por lo general, la gente no me decepciona mucho. Yo lo atribuyo a mi memoria atrofiada. Me olvido de todo, mi memoria mantecosa confunde personas, nombres y hechos. En ese sentido, creo que soy una tía guay para traicionar. 
¿Es usted una persona sincera?
Soy sincera en mi trabajo como periodista. En la vida personal, me parece que la sinceridad es un disparate. Yo prefiero no saber muchas de las opiniones de la gente y decididamente el mundo no necesita las mías. No me interesa la sinceridad extrema, me asusta, me incomoda y creo que es incompatible con la vida. Muy favor de los secretos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gusta ocuparlo haciendo cosas sin esperar dinero a cambio. ¡Es muy difícil!
¿Qué le da más miedo?
Me dan miedo un montón de cosas, pero sobre todo dejar de estar viva de un día para otro y los atentados terroristas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza la cantidad de personajes (hombres) que tienen espacios y tribunas para decir cualquier cosa que se acaban de sacar de la manga. Es que no me acostumbro.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
¡No soy escritora! Qué miedo. Ni entiendo eso de una ‘vida creativa’. No sé qué es eso y prefiero no saberlo. Creo que todas hacemos lo que podemos y sabemos para no dejarnos morir. Es lo que toca.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Hice mucha gimnasia rítmica. Ahora ya no, pero conservo flexibilidad y todos los mallots de purpurina. Siempre gano al limbo en todas los afters, lo cual me parece mi mayor virtud.
¿Sabe cocinar?
No y me pregunto cuánto de mi nula capacidad para cocinar se puede atribuir a mi impaciencia.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Hay un montón. Ahora mismo te diría Lucía Berlín porque funciono por ciclos obsesivos y me acabo de comprar un libro cartas suyas. Es muy injusto que hayamos tardado tantos años en descubrirla.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
¿Lo siento?
¿Y la más peligrosa?
Supongo que el emoji de la carita sonriente lanzando un corazón por la boca. Me cae fatal ese emoji. Representa todo lo peor.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, realmente no, claro que no. Pienso mucho en lo fácil que es empujar a la gente a la vía del metro, pero no lo pienso en serio. Supongo que no son ganas verdaderas de matar.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Todo está en mi Twitter.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No me importaría haber sido un chamán o un hombre blanco rico heterosexual, y ver qué tal.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Siento mucho eso que llaman la presión de grupo, miedo a perderme cosas. A veces salgo y me reúno con gente pero, en realidad, no quería. Luego me lo paso muy bien y llego tarde a casa.
¿Y sus virtudes?
Una de las cosas que más me gustan de mí es que camino muy deprisa. Todo el mundo me lo dice.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Todo el rato pensaría: ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Me estoy ahogando! ¡No me lo puedo creer que esté muriendo ahogada! ¡Voy a morir así! ¡Qué hago! Me ahogué.
T. M.