domingo, 10 de noviembre de 2019

Entrevista capotiana a Carlos Alcorta


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carlos Alcorta.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Un casa frente al Mar Cantábrico.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende qué animal, los hay que me aterran, como las serpientes, aunque es cierto que hay personas aún más venenosas.
¿Es usted cruel?
Solo si es inevitable.
¿Tiene muchos amigos?
He aprendido a vivir con los justos. En ambos sentidos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Dos, la fidelidad y la confianza.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Tanto como yo a ellos.
¿Es usted una persona sincera? 
La sinceridad esta muy sobrevalorada, pero además, siendo escritor, cómo iba a serlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿Qué tiempo libre? El tiempo, para un escritor, nunca es libre.
¿Qué le da más miedo?
El futuro.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Comprobar que las tesis de Elias Canetti en Masa y poder son más actuales que nunca.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Diseñar jardines del Paraíso.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, todos los días. Resulta agotador levantarse de la cama.
¿Sabe cocinar?
Sé freír un huevo y hacer unas patatas fritas. ¿Es eso cocinar?
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Al fundador del Reader’s Digest. O, en su defecto, a Homer Simpson.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Horizonte.
¿Y la más peligrosa?
Depende de quién la pronuncie. Abundan especialistas en convertir el significado de algunas, como patria, derecho a decidir o democracia, en armas arrojadizas.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, claro, como todos, pero no tenía a mano la pistola.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
¿Tendencias políticas o tendencias poéticas?
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me hubiera gustado ser lanzador de cuchillos, pero tengo mala puntería.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Mis vicios son todos secundarios.
¿Y sus virtudes?
Según mis allegados, carezco de ellas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Solo una, ¿es aquello que flota a unos metros un flotador?
T. M.