sábado, 30 de noviembre de 2019

Entrevista capotiana a Elena Marqués


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Elena Marqués.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Macondo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende del animal y de la gente. También depende del momento.
¿Es usted cruel?
No. No he sido entrenada para ello.
¿Tiene muchos amigos?
Creo que sí. Tengo muchas personas que me quieren. Habrá quien diga que amigos verdaderos, de los que nunca te fallan, hay pocos; pero ¿quién no falla alguna vez? No es cuestión de exigir perfección. Nadie es perfecto.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que me quieran como soy.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Vuelvo a repetir la famosa frase de la película de Billy Wilder: «Nadie es perfecto».
¿Es usted una persona sincera? 
No me gusta nada decir verdades que hagan daño, si es a lo que se refiere. Así que supongo que no, no del todo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Escribiendo, leyendo, viendo cine, viajando. Aunque algunas parecen actividades individuales, en ninguna de ellas me estorba la gente. O, mejor dicho, en todas ellas prefiero que estén conmigo mi familia y/o mis amigos. Y en la uno y la dos, que me acompañe también mi gato.
¿Qué le da más miedo?
El dolor.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El odio. Es el sentimiento del que deriva la mayor parte de los males del mundo. Y escapa a mi comprensión.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Aburrirme.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Debería.
¿Sabe cocinar?
Cocino porque hay que comer, pero no me gusta especialmente. Ah. Me ha preguntado que si sé. Sí, sé.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
¿Sólo uno? Bueno, como no puede replicarme, elegiría a todos esos personajes desconocidos, anónimos, olvidados, que se dedican a salvar vidas arriesgando las suyas.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza.
¿Y la más peligrosa?
La misma que me escandaliza: el odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, pero sí que he matado a muchos personajes en relatos y novelas. ¿Eso cuenta?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
¿El desencanto es una tendencia política?
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Escritora. Ahora solo escribo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Intuyo que los vicios y dependencias tienen algo que ver con la genética, y yo no he heredado esa necesidad de adquirir ni consumir nada. A no ser que se consideren vicios las contestaciones de la pregunta 8. Y acariciar gatos.
¿Y sus virtudes?
Soy muy trabajadora. Y eficiente. No me rindo con facilidad. Creo que soy buena «escuchadora», que inspiro confianza. Y pare usted de contar.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No creo que se me pasara ninguna imagen. Solo pensaría lo mismo que estoy pensando al llegar al final de esta entrevista: «¿Ya se acaba esto? Pues qué pena...».
T. M.