sábado, 11 de enero de 2020

Entrevista capotiana a Diego Moldes


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Diego Moldes.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Galicia, mi tierra.
¿Prefiere los animales a la gente?
Amo a los animales, soy ecologista además, pero la gente es lo primero. Prefiero a las personas, a las buenas personas.
¿Es usted cruel?
No, nunca. Si lo he sido alguna vez en el pasado habrá sido por inconsciencia.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo muchas amistades, conocidos, colegas. Pero amigos, amigos, amigos de verdad, tengo muy pocos, y son los mismos desde hace muchos años. Mi lealtad es incondicional con ellos. Y lo saben.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, empatía, generosidad, saber escuchar, respetar las ideas diferentes.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí. Demasiado. Sólo no lo soy cuando no siéndolo evito un mal mayor, como hacer daño a alguien débil o que no lo merece.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leer y escribir, los libros son mi vida, junto con el buen cine, la cinefilia. Escucho también mucha música, especialmente rock de los años 60/70, jazz, bandas sonoras clásicas y músicas del mundo (mal llamada étnica). El baloncesto. La playa. La bicicleta en verano. Aunque desde hace dos años casi todo mi tiempo libre lo ocupan mis dos hijos, Mauro y Bosco, con los que nos volcamos mi mujer y yo. Cuando crezcan me gustaría viajar más con ellos, por la península Ibérica y también por el extranjero. Que vean mundo y verlo con ellos, a través de sus ojos.
¿Qué le da más miedo?
La muerte repentina de un ser querido.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El cambio climático. La impunidad con la que se contamina el aire, el agua y lo que comemos es un escándalo mayúsculo. Y un error histórico de consecuencias imprevisibles.  Por supuesto, el hambre, las guerras. ¿Cómo pueden seguir ocurriendo todas esas barbaridades? Hay alimentos y tierra para todos. Es algo que no debería suceder.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Director de cine.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Antes sí. Correr, natación, etc. Ahora cuidar de dos niños pequeños es ya un ejercicio intenso, que incluso provoca dolor de espalda.
¿Sabe cocinar?
Muy poco. Pero lo que sé, lo hago con corrección. Mi mujer dice que me sale bien la tortilla de patata.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A  Albert Einstein o a Franz Kafka. Con los que titulo mi último libro. Quizá Hitchcock. O mi amigo Alejandro Jodorowsky, de quien ya escribí un libro.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amar.
¿Y la más peligrosa?
Envidiar.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Nunca. Ni en sueños.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy ideológicamente ecologista, en el sentido en el que creo que el cuidado del medio ambiente es nuestra responsabilidad y nuestro legado a las generaciones inmediatas y venideras. El movimiento verde es el único que conozco que no trabaja para uno mismo, para el presente, sino para un futuro lejano. Eso es altruismo absoluto: gente que dedica su tiempo para mejora la vida de la gente del futuro. No soy activista pero admiro y respeto lo que hacen. Desde el punto de vista estrictamente de teoría política, rechazo los totalitarismos –en el sentido que le dio Hannah Arendt–, tanto de extrema derecha (nazismo, fascismo), como de extrema izquierda (comunismo, maoísmo, estalinismo…). Como a cualquier persona sensata, me gusta el modelo de democracias liberales al estilo socialdemócrata escandinavo (más el modelo noruego y danés que el sueco, aunque también), pero no soy ingenuo y sé que es muy difícil de adaptar aquí. Noruega tiene un PIB per cápita de casi 75.000 euros por habitante, doce mil más que EEUU, 35.000 euros por persona más que España, que está en 40.000€. Es decir, tal protección social es muy difícil de copiar. Pero se puede tender a ese modelo económico. Por otro lado, culturalmente soy un europeísta convencido (y Noruega, por cierto, rechazó entrar en la UE). Creo que la UE debería avanzar mucho más y más rápido en una unión no sólo fiscal real sino también en una unión política.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Profesor de Historia del Cine. Y dirigir, al menos, una película.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ver demasiado cine. Dormir menos de lo necesario.
¿Y sus virtudes?
Prefiero que lo digan los demás.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mi mujer y mis hijos. Mis padres. La familia.
T. M.