miércoles, 15 de enero de 2020

Entrevista capotiana a Mahayouba Mohamed Salem


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mahayouba Mohamed Salem.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin duda, mi país: el Sáhara Occidental. Es el único lugar del mundo donde sería plenamente feliz. Y a él, y a su sufrimiento de todos estos años, dedico mi libro, Tella.
¿Prefiere los animales a la gente?
Si tenemos en cuenta lo que hicieron los marroquíes a la gente de mi tierra, elegiría a los animales. Son los seres más cariñosos y fieles.
¿Es usted cruel?
No, mi ser no es cruel. Lo aprendí de mi familia y es lo que transmito a mi hijo. De hecho, la crítica a la crueldad es el eje de mi reciente obra.
¿Tiene muchos amigos?
No muchos, pero sí muy cercanos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Fidelidad, cariño y sinceridad. La protagonista del libro, Tella, es precisamente la encarnación de estos tres valores. Sin olvidar su valentía. Si la hubiera conocido siendo yo pequeña -el personaje está inspirado en una niña que vivió la terrible “Marcha verde”-, la hubiera querido tener en mi círculo de amigos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
 No, ni recuerdo ahora mismo una decepción de ese tipo. Pero ¡todos tenemos defectos!
¿Es usted una persona sincera?
Para mí la sinceridad es lo primero y lo último, lo que define a un buen ser humano.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, por supuesto. Me encanta leer. Sobre todo historias reales. Como las que narro en las páginas de Tella, testimonio escrito de lo que llegaron a padecer los saharauis cuando tuvieron que huir de sus hogares en la guerra.
¿Qué le da más miedo?
La traición.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me caracterizo por ser una mujer seria. Aun así, no me escandalizo fácilmente.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Comunicadora, porque considero que es uno de mis puntos fuertes. Como autora de Tella, he transformado a un relato de ficción las atrocidades que me contó, entre otras personas, mi abuela. He querido comunicar así las desgarradoras vicisitudes que experimentaron aquellos a quienes no hay que olvidar.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, me encanta correr y pasear por el bosque. Me ayuda a pensar.
¿Sabe cocinar?
No soy una experta cocinera, pero al menos no paso hambre.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Describiría la vida de Mahatma Gandhi, porque es un ejemplo a seguir.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Libertad. ¿A quién no le gusta esa palabra? Yo solo espero que mi libro contribuya de alguna manera a que el Sáhara sea libre. Eso es una de las cosas que más me importan, y por la que estoy luchando.
¿Y la más peligrosa?
Guerra. Se trata de un término tóxico. Solo escuchándolo, me estremezco.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¡Ni a una hormiga!
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Solo deseo la libertad de mi país. La solución definitiva del conflicto.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Ostentar una mejor posición para tener poder de ayudar a los saharauis. Sobre todo a los más pobres.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Maquillaje y un buen perfume.
¿Y sus virtudes?
Me gusta tratar a todo ser vivo desde el corazón. Como se suele decir, “trata como te gustaría ser tratado”.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
En una situación a vida o muerte, oraría. Orar me ayuda mucho en mi día a día.
T. M.