miércoles, 19 de febrero de 2020

Entrevista capotiana a Javier Lorenzo


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Lorenzo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una isla desierta.
¿Prefiere los animales a la gente?
Le tengo manía a todos los mamíferos.
¿Es usted cruel?
Sólo si es extríctamente necesario.
¿Tiene muchos amigos?
Ni muchos ni pocos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean amigables.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Menos de los que me suelo decepcionar yo a mí mismo.
¿Es usted una persona sincera? 
Descarnadamente.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No tengo tiempo libre.
¿Qué le da más miedo?
El miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza prácticamente todo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Decidir otra cosa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
En absoluto.
¿Sabe cocinar?
Depende del plato.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Al hombre invisible.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza.
¿Y la más peligrosa?
Peligro.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Todo el tiempo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Radicales.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Dinero.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No hablo de mis vicios.
¿Y sus virtudes?
No hablar de mis vicios.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un plano picado del desierto.
T. M.