miércoles, 12 de febrero de 2020

Entrevista capotiana a Martín Garrido

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Martín Garrido.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Indudablemente la isla de Mallorca, donde tuve la suerte de criarme. En Mallorca hay diversidad de paisajes, playa y montaña, además de infinidad de rincones donde dejarse embargar por la inspiración y crear en soledad.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los animales son increíbles y sienten mucho más de lo que la mayoría de personas piensa. Los animales no son interesados, ni exigentes, ni envidiosos, y nunca matan por placer. Sin embargo, a pesar de todos los horrores que contemplamos a diario en los periódicos o el telediario, en el mundo sigue habiendo buenas personas, y también personas con talento que tienen la capacidad de alumbrar diferentes caminos con su mera presencia. En cualquier caso, los seres humanos también somos animales, y eso puede leerse en nuestro código genético e incluso en nuestros instintos más primarios, que no dejan de parecerse a los de cualquier otra especie animal. La verdad es que me gustan los animales y las personas bellas, las que no necesitan masticar miserias ajenas para seguir adelante y sentirse bien. El mundo es vasto y hay que poder disfrutar de todas las criaturas fantásticas que podemos encontrar entre los restos humeantes del paraíso.
¿Es usted cruel?
Definitivamente no.
¿Tiene muchos amigos?
Los justos y necesarios.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Bondad y mucha sinceridad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Hace años que nadie consigue decepcionarme. El cupo está cubierto. Siendo más joven aprendí que lo mejor, para que no te decepcionen, es no esperar nada de nadie.
¿Es usted una persona sincera? 
Por supuesto, o al menos eso intento a todas horas.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Haciendo lo que sea con mis amigos: ir de excursión, a pescar, comer, cenar, beber, hablar como si arreglar los desastres de la sociedad moderna dependiera de nosotros… cualquier cosa mientras sea en buena compañía y pueda vaciar mi cabeza de obsesiones laborales.
¿Qué le da más miedo?
La maldad humana, que no tiene límites.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que haya empresarios multimillonarios que duerman tranquilos mientras tienen a miles de niños trabajando para ellos miserablemente en el tercer mundo. Otra cosa que me parece realmente asombrosa es que en España, después de una larga y penosa dictadura, siga habiendo franquistas y políticos que niegan o disfrazan las atrocidades cometidas por el tío Paco cuando mandaba con mano de hierro y nuestra tierra era un cortijo del que toda Europa se compadecía. Hay más temas que escandalizan, aunque ahora mismo me han venido estos a la cabeza.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hacerme misionero.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino todos los días un mínimo de dos horas.
¿Sabe cocinar?
Sí, y me encanta. La cocina es un arte.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Antonio López. Y si hablásemos de genios muertos… Francis Bacon.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amanecer.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. A la gente pérfida, envidiosa, esa gente que estando a solas en su casa echa espumarajos verdes por la boca mientras piensa en los demás, les deseo que tengan lo que merecen, ni más ni menos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un hombre de izquierdas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Pianista.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La música y la comida.
¿Y sus virtudes?
No sé, eso deben juzgarlo otras personas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imagino que vería a mis padres, cómo no… a mis abuelos, al niño que una vez fui, a la primera mujer que amé de verdad, con el corazón y las tripas. Vería a mi perro Goku, a mis héroes difuntos y al sinnúmero de espectros con los que llevo peleando encarnizadamente toda mi vida, espectros que no dejan de recordarme que aproveche al máximo cada instante…
T. M.