sábado, 11 de julio de 2020

Entrevista capotiana a Isabel Lizarraga


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Isabel Lizarraga.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Me quedaría en mi propia casa, el lugar donde me siento más a gusto: aquí tengo amor, libros, espacio y música. De hecho, si prefiriera otro lugar, ya me habría ido.
¿Prefiere los animales a la gente?
Indudablemente, prefiero a la gente. Me gustan los animales, pero con las personas me entiendo mejor.
¿Es usted cruel?
La crueldad me horroriza. No soporto a las personas que disfrutan haciendo daño a los demás, sea este daño físico o psicológico. Creo que es el peor defecto que se puede padecer y no lo aceptaría en mi persona.
¿Tiene muchos amigos?
No demasiados. Con el tiempo y las distancias geográficas he perdido algunos, cosa que siempre me entristece. Sin embargo, hay una puerta abierta hacia el futuro: estoy segura de seguir haciendo amigos a lo largo de toda mi vida.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Busco la sinceridad, la bondad, el deseo de comprender, la inteligencia, el sentido del humor, la capacidad de ser flexible ante las opiniones ajenas, la originalidad y el sentido crítico.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
En muy raras ocasiones. Cuando lo han hecho he descubierto que, en realidad, no eran mis amigos, sino farsantes mentirosos.
¿Es usted una persona sincera? 
A veces lo soy excesivamente, lo cual siempre me ha traído problemas. Procuro compatibilizar la sinceridad con el comedimiento, pero no estoy segura de conseguirlo. Habría que preguntárselo a mis amigos, compañeros y familiares.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gusta leer y aprender cosas nuevas. Escribo, paseo, miro los pájaros y los árboles del jardín que se ve desde mi ventana. Miro al cielo, suspiro. Escribo.
¿Qué le da más miedo?
Me da miedo el dolor. Me da miedo que el planeta se destruya. Me da miedo dejar en la tierra un basurero para las generaciones posteriores.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza el uso de la mentira para el propio provecho. Me escandaliza la demagogia, la manipulación de la realidad por partidos políticos, sindicatos, lobbies o medios de comunicación para mover la opinión ajena de acuerdo con sus intereses.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera sido traductora, reportera o locutora de radio. De ser joven, querría ser atleta o contorsionista en un circo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me gusta el ejercicio físico y lo he practicado con frecuencia: correr, saltar, hacer gimnasia, bailar… Es una pena que el cuerpo se canse antes por hacer esas cosas que por pensar…
¿Sabe cocinar?
Cuando mis hijos eran pequeños triunfé con las croquetas y con el plato de lentejas. Hoy, antes de tener que cocinar, prefiero un bocadillo o un filete a la plancha con patatas fritas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Elegiría a María Lejárraga o a Clara Campoamor. Si tuviera que ser una persona de algún siglo lejano, elegiría a Cervantes. Si fuera un personaje de ficción, a Amadís de Gaula, el héroe de la novela de Garci Rodríguez de Montalvo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
La más tópica: amor. Aunque a veces nos cansemos de oírla, sirve para aplicarla a todo lo bueno: amor a las personas, a la justicia, al planeta, a la verdad…
¿Y la más peligrosa?
Egoísmo. El egoísmo destruye la vida de todo lo que rodea a quien solo se quiere a sí mismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Más de una vez. Sin embargo, en este aspecto tengo un absoluto dominio sobre mi persona. Esta capacidad de autocontrol no me ha fallado nunca.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me considero una persona de izquierdas, pero nunca he militado en ningún partido político. Soy incapaz de obedecer las directrices ajenas sin cuestionarlas y no soportaría que mi partido sustentase alguna opinión diferente de las mías, por irrelevante que fuera.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Una piedra milenaria capaz de apreciar el paso del tiempo y la evolución de la humanidad a lo largo de los siglos.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El apresuramiento sin sentido (el querer terminar las cosas antes de haberlas iniciado) y el exceso de confianza en mis propias impresiones.
¿Y sus virtudes?
La capacidad de cambiar de opinión atendiendo a razones. El afán por ser paciente a pesar de mi propia naturaleza. El poder entender y adivinar a los otros sin necesidad de palabras.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Cuando alguien se está ahogando debe dominar, sobre todo lo demás, la voluntad de luchar por la supervivencia. Si no es posible la lucha, solo queda recordar los mejores momentos de la vida.
T. M.