domingo, 13 de septiembre de 2020

Entrevista capotiana a Mario Peloche


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mario Peloche.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Cádiz, como lugar, como símbolo accidental de mi nacimiento y como canto continuo de sirena; y  el regazo de mi chica mi hogar y refugio— como...todo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Sí, en muchos casos y ocasiones. Y si esos animales son perros, difícil lo tienen las personas.
¿Es usted cruel?
Tengo esa querencia y aptitud inherente al hombre medianamente inteligente de poder hacer daño con mis palabras. Me cuido de emplearla lo menos posible. No siempre es posible resistirse, claro.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo pocos buenos amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No creo que las buscara conscientemente, pero, por fortuna, las he encontrado: gente sencilla, buena gente.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
En muy pocas ocasiones.
¿Es usted una persona sincera? 
Mucho, y me cuido mucho de basarme en el respeto, la educación y la empatía a la hora de ejercerla sobre una persona.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, escribiendo, viendo cine, haciendo deporte y con mi familia. 
¿Qué le da más miedo?
Los tiburones, envejecer, perderla.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Presumir de la ignorancia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser periodista.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Correr, senderismo...
¿Sabe cocinar?
Lo justo y necesario, con un par de especialidades de las de epatar a las visitas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Vasco Núñez de Balboa. O a Stephen King.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor, sin duda.
¿Y la más peligrosa?
Indiferencia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Pero igual si he deseado para alguien en alguna ocasión un accidente con consecuencias leves.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Sintiendo poca pasión por la política (“hartazgo” creo que define mejor mi sentimiento), más de izquierdas que de derechas, en tiempos en los que creo que el sesgo o la tendencia política es cosa del pasado, y que poca diferencia hay ya entre una ideología y otra.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Tantas cosas...mujer, madre, pájaro, delfín,...
¿Cuáles son sus vicios principales?
La impaciencia, la frustración, la exaltación a veces...
¿Y sus virtudes?
La pasión, la fuerza de voluntad, la defensa de mis ideales, querer...
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El sol en mi cara cuando de recién nacido me sacan por primera vez al balcón-un niño que aún no sabe andar y que gatea por la arena hacia el mar-las risas de mi familia unas Navidades-mi bisabuela fallecida en la cama-no el primer beso, sino aquel que detuvo el mundo-la carta que donde me anuncian que publicaré mi primer libro-mi primera novia/mi primer amor verdadero/mi último y verdadero amor-mi madre, claro-el mar, porque me ahogo en él, y por lo que siempre significó, para mí, el mar.
T. M.