sábado, 19 de septiembre de 2020

Entrevista capotiana a Marta del Riego Anta

 

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marta del Riego Anta.


Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? 
Se me ocurren dos opciones muy dispares: mi tierra, León, con sus ríos y bosques y montañas, donde llevo desde principios de marzo, gracias o a causa, del dichoso virus. O una isla griega del Dodecaneso, adonde viajo todos los años excepto este, gracias o a causa, del dichoso virus.

¿Prefiere los animales a la gente? No. Me gustan los animales, siempre he vivido con perros, gatos, pájaros, e incluso ovejas cuando mi padre tenía una majada. Pero con ellos no puedo tener esas conversaciones que me salvan precisamente de querer más a los animales que a las personas.

¿Es usted cruel? Yo diría que en general no, pero puedo tener destellos de crueldad.

¿Tiene muchos amigos? ¿Qué es un amigo? Tengo en muy alta estima la amistad y por eso mismo considero que los amigos deben de ser pocos y bien escogidos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Lealtad, sinceridad, generosidad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, porque creo que los he escogido bien.

¿Es usted una persona sincera? Sí.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Escribir, leer, caminar al aire libre, nadar, amar, escuchar música. Y beber un vino –solo si es bueno- en buena compañía.

¿Qué le da más miedo? Envejecer.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Creo que no hay nada que me escandalice. Escandalizarse me parece una reacción decimonónica.

Si no hubiera decidido ser escritora, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?No me imagino otra opción.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. Nado, corro, camino, monto en bicicleta. También barro, friego y paso la aspiradora.

¿Sabe cocinar? Me aburre cocinar todos los días, pero disfruto cocinando para los demás en días excepcionales.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Una de mis lecturas de infancia. Mis abuelos estaban abonados al Reader´s Digest desde que empezó a publicarse en España y tenemos tomos de esa revista por todas partes: en la biblioteca, en cajones, en la cochera o para calzar mesas inestables. Me encantaría escribir un perfil sobre una escritora estadounidense que ha vivido muchas vidas y escribe exactamente así, como si hubiera vivido todas esas vidas: Joyce Carol Oates.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.

¿Y la más peligrosa? Amor.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Aún no se ha dado el caso, pero no lo descarto.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Progresista, feminista y ecologista, sin ser radical en ninguna de las dos tendencias, y librepensadora.

 Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Realmente creo que me he encontrado a mí misma en la escritura y ha sido un proceso largo y duro, así que no quisiera ser otra cosa que la escritora que soy.

¿Cuáles son sus vicios principales? Caer en la ensoñación despierta demasiado a menudo.

¿Y sus virtudes? Una fuerza de voluntad prusiana –que a veces puede ser un vicio-, la capacidad de concentración, la imaginación, la generosidad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi madre haciéndonos fotos en la playa de Santander; mi padre entrando en casa y gritando con su voz alegre de tenor, ¿helou, quién anda por ahí?; mi hijo en pleno ataque de risa; los rostros de algunos amigos y amigas; una excursión con mis hermanos al río de mi infancia y ese mismo río de orilla jugosas; y el perfil de un paisaje griego y ese mar que está a punto de tragárseme.

T. M.