En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mónica Gutiérrez.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Un bosque norteño.
¿Prefiere los animales a la gente? Cada vez
más.
¿Es usted cruel? Nunca. Prefiero
guardar silencio a resultar cruel en cualquier circunstancia, incluso con
personas que pienso que se merecen probar su propia medicina.
¿Tiene muchos amigos? Muy pocos,
pero comodísimos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Empatía,
lealtad e independencia.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Me decepcionan las
personas porque todavía soy demasiado ingenua con la humanidad, pero mis
amigos, nunca.
¿Es usted una persona sincera? No soy
sincera de palabra, porque pienso que la verdad a menudo duele y es mejor
callar. Pero sí soy sincera en mi conducta: huyo de cualquier hipocresía y soy
fiel a mis principios.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, escribiendo
y paseando en buena compañía.
¿Qué le da más miedo? Perder a
alguien querido.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Que en 2020 todavía no se apliquen protocolos eficaces
para acompañar a los alumnos de altas capacidades en la educación reglada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Me hubiese gustado ser
médico, ayudar en lo posible a que las personas se sientan bien.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Pilates,
tres veces por semana.
¿Sabe cocinar? No soy ninguna experta, pero me gusta.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? William Shakespeare
o Jane Austen.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Diferencia.
¿Y la más peligrosa? Mediocridad. Cualquier
organismo que encumbre a los mediocres, que opte por soluciones mediocres
marginando a los cerebros brillantes porque no son convencionales, porque temen
ser eclipsados por ellos. Estamos condenados a desaparecer si no acabamos con los
sistemas que premian a los mediocres y marginan las altas capacidades.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Qué
pregunta tan difícil en este país. Me gustaría decir que izquierdas, pero la
corrupción y la mentira me han robado cualquier tendencia política.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Viajera en
el tiempo.
¿Cuáles son sus vicios principales? Beber té, comprar
libros por encima de mis posibilidades, malcriar a mi hija.
¿Y sus virtudes? La paciencia y la
sonrisa (¡cómo la echo de menos desde que llegaron las mascarillas!)
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Ojalá un
montón de momentos felices.
T. M.