martes, 10 de noviembre de 2020

Entrevista capotiana a Fernando Maura

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fernando Maura.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Burguete, en Navarra. En los bosques de hayas cercanos a Irati. Donde conservo los recuerdos de mi infancia y juventud. Donde construí una casa, a la que llamé “Villa Eugenia”, en recuerdo de mi hija. Y donde paso las temporadas que puedo en compañía de mi mujer y de un teckel que nos sigue a todas partes. Allí los recuerdos no estorban, añaden paz interior y ayudan a encarar el futuro con ánimo.

¿Prefiere los animales a la gente? Algunos animales -el perro al que me he referido antes, en especial- son bastante mejores que muchas personas. Pero yo sigo confiando mucho en la solidaridad de las gentes, que son capaces de lo mejor aunque también lo son de lo peor.

¿Es usted cruel? Espero que no.

¿Tiene muchos amigos? No muchos, los necesarios.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La posibilidad de compartir una conversación inteligente y/o divertida. La necesidad de depositar en ellos mi confianza en los peores momentos, aunque sé por experiencia que sólo uno mismo puede encontrar la salida.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No me decepcionan ellos, sino yo mismo cuando compruebo mi error al considerarlos amigos o exigirles demasiado... cuando no saben o no han podido estar a la altura.

¿Es usted una persona sincera? Bastante. Aunque con la vida he aprendido a ocultar cosas que no conviene decir: ni a mí, ni a mi interlocutor.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? La lectura, una buena conversación, el paseo, la música, el cine... hay muchas formas de llenar las horas libres.

¿Qué le da más miedo? La muerte con dolor. Hoy en día parece que eso es evitable. Así que tengo poco miedo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La ausencia de ética en la política. Pero es un fenómeno tan frecuente que ya apenas sí me escandaliza.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No soy escritor a tiempo total, de modo que las cosas que también hago -y he hecho- han formado parte de mi vida: la política, los negocios, y ahora, el ejercicio de la abogacía.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Bastante: la natación y el paseo.

¿Sabe cocinar? En mi casa soy el “rey” de las tortillas.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Antonio Maura, a quien he dedicado mi última novela.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor. Que, según Leonard Cohen, es la única máquina de salvación.

¿Y la más peligrosa? La respuesta es fácil: el odio. Es siempre destructivo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Me ha bastado con excluirlos de mi vida.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en el liberalismo progresista, que no es lo que unos entienden por liberal y otros por progresista. Pero no es éste el momento de hacer una tesis política.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una vez que tienes la suerte de vivir no conviene pedir otra alternativa.

¿Cuáles son sus vicios principales? Es mejor no desnudarse tanto. Además es mejor formular esta pregunta a quienes me conocen.

¿Y sus virtudes? Si las tengo, que lo digan otros.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Algunos dicen que se te pasa por la cabeza toda la vida. Yo intentaría salir a la superficie.

T. M.