viernes, 6 de noviembre de 2020

Entrevista capotiana a María Toledo Lavín

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de María Toledo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Creo que Madrid. Lo cual es paradójico porque estoy siempre deseando salir de Madrid pero pensar en no poder volver nunca es peor aún.

¿Prefiere los animales a la gente? Depende del animal y de la persona jajaja. Me fascinan ambos grupos.

¿Es usted cruel? No, me obsesiona no serlo con nadie pero a veces tengo mis recovecos... 

¿Tiene muchos amigos? Sí, yo creo que prácticamente de cada etapa de mi vida tengo a alguien que sigue conmigo de una forma u otra.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Qué difícil contestar a eso. No hay una cosa que busque en concreto, más bien han sido personas que han pasado cerca y con las que he conectado o compartido algo que luego hemos cuidado de alguna manera para que no desapareciera.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Sí y no. Soy muy “decepcionable” jaja y quizá demasiado sensible pero si se trata de cosas poco importantes al rato se me ha pasado. Si son cuestiones ya dolorosas soy un poco rencorosa, la verdad. 

¿Es usted una persona sincera? Sí, para las cosas importantes…

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Dándole besos a mi bebé, ahora que se deja, más o menos, la mayor ya es muy rápida. También me encanta el cine y leer, pero sólo libros buenos jaja, la vida es corta para los otros.

¿Qué le da más miedo? Soy una persona muy miedosa pero clarísimamente mi idea del miedo se redefinió con la llegada de mis hijos, que algo les pase a ellos me resulta inconcebible.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Sí, la falta de consecuencia. Conocer, por ejemplo, lo que está pasando con nuestro planeta y mirar hacia otro lado, leer sobre la crueldad de la industria textil y seguir como si nada, y un largo etcétera.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Creo que habría sido cocinera, cada vez me gusta más pero la verdad es que lo encuentro también una actividad altamente creativa.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Ahora sí. En cuanto tengo algo de tiempo me encanta moverme, ejercicio y danza.

¿Sabe cocinar? Supongo, soy autodidacta pero me encanta, no suelo seguir recetas, me gusta inventarme cosas con lo que tengo. Supongo que esta pasión se la debo a mi abuelo que cuando se jubiló se convirtió en un chef increíble.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Estoy en un momento de adoración a Virginia Woolf así que es la primera que se me viene a la cabeza. Me fascina la humanidad que hay en la derrota y en la sensación de no encajar.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Empatía. Es el puente a entender, a respetar a otros, personas, animales, seres vivos. Pero es un músculo que hay que entrenar, es más fácil clasificar y juzgar. Me cuesta y me lo intento recordar a menudo.

¿Y la más peligrosa? Rigidez. De pensamiento, de convicciones, de hábitos, de estructuras mentales.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Pues defiendo la lucha por las libertades individuales y el respeto en el ámbito de la vida personal y en el social por crear una conciencia de clase y una educación crítica que nos haga identificar los intereses económicos que mueven el mundo y que nos transforman a menudo en marionetas consumistas que no crean ni llegan nunca a estar plenas porque que estén insatisfechas y vacías conviene más a las grandes fortunas que dominan el mundo. ¿Igual me he pasado de sincera? Jaja.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una cazadora-recolectora de la prehistoria. Aprendiendo todo el día y ampliando límites al territorio conocido. (Si puede ser con antibióticos por si acaso).

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy un poco obsesiva con el orden, y con todo en general jaja. Me cuesta que un pensamiento pase por mi mente y me abandone, se queda dando vueltas y vueltas como en una lavadora y a veces es un poco enfermizo. Es algo a trabajar sin duda.

¿Y sus virtudes? Para algunas cosas soy bastante inteligente.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mis abuelos, sentados alrededor de la mesa, la salida del cine con mi madre cuando me llevó a ver Momo, mi hermana estudiando con un flexo encendido en su escritorio, mi primera bicicleta, una calle inglesa, mi bebé sobre mi piel recién salido de mí.

T. M.