miércoles, 16 de diciembre de 2020

Entrevista capotiana a Andrés Amorós

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Andrés Amorós.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una habitación silenciosa, con cama (para echarme la siesta), cuarto de baño (por razones obvias), algunos libros, una radio, ordenador y televisión (para ver películas, partidos de fútbol y corridas de toros). Prácticamente, lo mismo que tengo.

¿Prefiere los animales a la gente? No, en absoluto. Prefiero siempre a las personas.

¿Es usted cruel? En general, creo que no. Algunas veces, ante la estupidez, caigo en la tentación de serlo.

¿Tiene muchos amigos? Me enorgullece tener bastantes y de calidad. Y lamento tener algunos enemigos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Ante todo, que pueda confiar en ellos. También, que sean buena gente y me aporten cosas.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? En general, no. Cuando ha sucedido, me ha apenado profundamente.

¿Es usted una persona sincera? Casi siempre. Pero también considero una de mis virtudes saber utilizar la hipocresía inteligente, en algunos casos.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Escuchar música; leer; ver películas, corridas de toros y partidos de fútbol.

¿Qué le da más miedo? La muerte. La enfermedad. El dolor. La depresión.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza y a la vez me fascina la estupidez.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? ¿Qué me hubiese gustado hacer? Ser director de orquesta, disc-jockey, jugador de tenis. ¿Qué hubiese hecho? Leer y ser espectador.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? He hecho bastante deporte, de joven. Ahora, camino mucho.

¿Sabe cocinar? Lo lamento pero no. Soy muy torpe y no me enseñaron.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? El director de orquesta Carlos Kleiber. El pianista Glenn Gould. El torero Ignacio Sánchez Mejías. El futbolista Alfredo Di Stéfano.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Todavía.

¿Y la más peligrosa? Adiós.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Con cierta frecuencia.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Me considero liberal: que cada uno haga lo que quiera, respetando a los demás.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Prefiero ser persona consciente.

¿Cuáles son sus vicios principales? Pesimismo. Impaciencia. No olvidar las estupideces que he conocido. Como dice Cervantes, “el pecho melancólico y mohino”.

¿Y sus virtudes? Lealtad. Lucidez. Reconocer los valores que veo. No soy perezoso ni tacaño.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Las personas a las que he querido.

T. M.