miércoles, 30 de diciembre de 2020

Entrevista capotiana a Carolina Sánchez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carolina Sánchez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Elegiría vivir en una casita en alguna montaña de la cordillera de los Andes, en un sitio como Iguaque, en Colombia, donde se puede caminar y visitar el páramo y el río. El problema es que me moriría de hambre porque no sé cultivar nada…

¿Prefiere los animales a la gente? Depende de las circunstancias. Me gustan los gatos, perros, pajaritos, peces, insectos raros o de colores. Me intrigan las relaciones entre lo humano y las otras formas de vida como lo animal, lo vegetal, las montañas, los territorios.  

¿Es usted cruel? No. A veces mi humor es un poco negro.

¿Tiene muchos amigos? Sí. A pesar de que mi rutina es más bien solitaria. Son en general personas con quienes he trabajado o estudiado. Y un tipo de amigos con los que tengo conexiones muy especiales son los que he conocido en viajes o con quienes he viajado.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que les guste hablar, que tengamos algunos intereses comunes…

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, al revés.  

¿Es usted una persona sincera? Quisiera serlo más. Para mí la sinceridad es algo difícil de calibrar.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta caminar, ir a cine, viajar, ir a tomar un café y charlar. Leer. También depende de con quién pase el tiempo libre. A veces primero me encuentro con alguien y ahí vamos viendo qué hacer…

¿Qué le da más miedo? La violencia de mi país, Colombia. Todas las formas de daño irreparable que ocurren diariamente: asesinatos de líderes sociales y civiles, desplazamiento forzado, las violencias de género, la explotación de la naturaleza y los territorios a través de minería y los monocultivos para exportación. Me da miedo el racismo, el clasicismo, la xenofobia. Estos problemas no ocurren solo en Colombia y requieren un freno.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Busqué la etimología de escándalo y encontré que “la palabra escándalo viene del latín scandălum, que primero significó escollo, esas rocas que apenas afloran en el mar y que hacen encallar y naufragar a los navíos o que dificultan un camino”. Me intrigan los escollos y caminos difíciles y creo que tienen que ver con la creación y el pensamiento. Sobre esto es mi primer poemario Viaje basado en la película Stalker de Tarkovski, que va sobre un guía (stalker), un científico y un escritor que atraviesan un camino peligroso y empantanado en una zona desconocida porque se dice que allí hay una habitación que cumple el deseo más íntimo de quien se atreve a entrar. No sé si lo escandaloso es el camino o averiguar el deseo más íntimo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Bueno, yo pienso que siempre ha sido difícil dedicarse solo a la escritura, sobre todo vivir de la escritura. Por eso en general siempre hay que trabajar en otras cosas también. Yo he trabajado en edición literaria y académica, en gestión cultural. También soy investigadora y ahora ando en un programa de estudios latinoamericanos. Considero que todas estas actividades son creativas también. No sé bien dónde está el límite entre lo creativo y lo no creativo…

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Me gusta montar bicicleta y hacer yoga.

¿Sabe cocinar? Sí.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi abuelo o a mi abuela. Ambos son personas muy sensibles, sabias y divertidas que me enseñaron mucho. Además son grandes lectores.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? No me decido entre cuidado y comunidad. Algo entre ellos.

¿Y la más peligrosa? Violentar.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en el poder de la ciudadanía y los movimientos sociales para defender el acceso a derechos básicos como la educación, la salud, condiciones justas de trabajo, el cuidado de los territorios y el medio ambiente. En América Latina, estos derechos mínimos han sido precarizados por políticas neoliberales y capitalistas y son un privilegio de pocos. En particular, considero que los movimientos feministas, las sabidurías indígenas y afro tienen mucho que enseñarnos sobre el buen vivir, el cuidado y la convivencia en/con los territorios. Y también pienso que la educación estética es un tipo de educación política, porque el arte expande nuestra sensibilidad y nos permite percibir el mundo desde otras perspectivas y esto enriquece nuestras decisiones y posturas éticas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría ser un árbol o agua.

¿Cuáles son sus vicios principales? El trabajo, el afán, el café, los postres.   

¿Y sus virtudes? El trabajo, la curiosidad, el entusiasmo. Típico de Sagitario, diría mi hermana.  

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mis hermanas, mi mamá, mi familia. La casa de la infancia al lado de un humedal y un bosque donde crecí en Bogotá.

T. M.