viernes, 18 de diciembre de 2020

Entrevista capotiana a Leticia Sánchez Ruiz

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Leticia Sánchez Ruiz.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una casa con una biblioteca enorme, una cocina gigantesca y un pasadizo secreto por el que escaparme.

¿Prefiere los animales a la gente? No.

¿Es usted cruel? Sí tengo mucho sueño, mucha hambre o mucho calor, puedo ser un ser monstruoso. Y, si tengo las tres cosas a la vez, puedo llegar a acusarte hasta del asesinato de Kennedy. Sí, soy un Gremlin. 

¿Tiene muchos amigos? Muchos, no. Los mejores, sí. Mi vida hubiese sido absurda sin ellos (en el peor sentido de la palabra "absurda").

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Una magia extraña que nos una.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Yo jamás habló mal de mis amistades, caballero. 
¿Es usted una persona sincera? ¡Líbreme Dios!

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leer, ver películas, ir a los bares y hacer con mis seres queridos las cosas más absurdas (en el mejor sentido de la palabra "absurda").

¿Qué le da más miedo? Que le pase algo malo a mi hijo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que haya gente que piense que ya nada puede escandalizarle, que estamos de vuelta de todo y que ya no hay nada que inventar. Esto sí que me causa bastante asombro e indignación. 

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Sé que no me creeréis, pero jamás he tenido un plan B.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Ay, deporte, vil legado de la Hélade. Vamos, qué no.

¿Sabe cocinar? Sí. De hecho, junto a escribir, es de lo pocas cosas que sé hacer.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Ojalá me encargara escribir uno cada semana (y ya si me los pagara, sería la repanocha), porque tengo para dar y tomar. Pero, por decir uno, Ramón Llull. Siempre he pensado que si vida y su obra son una novela fascinante. 

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Esperanza.
¿Y la más peligrosa? No creo que haya ninguna palabra peligrosa de por sí, el peligro está en la combinación de varias palabras que, por separado, resultan inofensivas. 

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. De verdad. Lo juro.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Lorca dijo "Yo no tengo ningún partido político porque mi partido siempre será el de los pobres". Estoy con Lorca. 

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una Telefunken de 1986.

¿Cuáles son sus vicios principales? Son tantos que me da vergüenza admitirlos. Van desde el ron y el vermú a las bolsas de gominolas. Y un largo etcétera. 
¿Y sus virtudes? Creo que una de mis principales virtudes es no alardear de mis (pocas) virtudes. 

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Vería a Iván y a Ramón, mirándome, sonriendo, estirando sus brazos hacia mí.

T. M.