sábado, 27 de febrero de 2021

Entrevista capotiana a Alejandro Pérez Guillén

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alejandro Pérez Guillén.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El corazón enorme de las personas que amo.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a la gente que no hace el animal y a los animales que despiertan el calor humano.

¿Es usted cruel? Yo creo en la bondad, en que es imprescindible que tú te trates bien. Y para tratarte bien has de hacer lo mismo con los demás.

¿Tiene muchos amigos? Conozco a mucha gente. Con el tiempo uno descubre que los amigos son contados y es suficiente con que alguien esté dispuesto a cogerte de la mano cuando lo necesites.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean honestos consigo mismos en primer lugar y luego con el resto.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Hay de todo en este mundo: quienes actúan de una forma inesperada y quienes te sorprenden. Yo me sigo emocionando con las sorpresas. Me quedo siempre en el lado amable de la vida.

¿Es usted una persona sincera? Me gusta ir de frente, con la conciencia limpia, con el corazón en la mano. En estos términos me expresé en una ocasión: Ya sabes que, en invierno, se me olvida el paraguas cuando llueve. Es el único modo de sentir sobre la piel el impacto certero de la vida.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta leer, hacer deporte, ver los partidos del Real Madrid, compartir instantes con la familia, ser un padre que le ofrezca el mayor cariño posible a su hijo, tejer momentos inolvidables con mi pareja, viajar desde las páginas de un libro y en mi coche, pensar que los sueños son posibles y poner el corazón en el empeño…

¿Qué le da más miedo? Me decanto siempre por luchar por aquello que me dé más satisfacciones. Por conquistar sin descanso lo más valioso que te ofrece la vida como si fuera el primer día, la primera vez…

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Quizás la deshumanización del hombre.                                                  

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No concibo la vida sin la escritura. No me refiero a la posibilidad de publicar o no, sino a la capacidad de dar rienda suelta a ese torbellino que se agita en mi interior. Solo cuando me desnudo con la palabra, observo con mayor claridad los latidos que se enredan en mi piel.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Me encanta el deporte. De hecho he jugado federado al fútbol sala, de portero, de esos que han de estar locos para ponerse bajo palos. Disfruto cuando salgo a correr en medio de la naturaleza, me encanta caminar por la playa o por la calle mientras leo o desconecto del mundo. He practicado baloncesto, natación, pádel…

¿Sabe cocinar? Soy un pequeño desastre en la cocina que poco a poco va perdiéndole el respeto a los fogones. Cuento con la ventaja de que mi pareja me anima a incendiar de amor las sartenes. De hecho ha publicado un libro único en España titulado Cocinando sueños, en lectura fácil, con recetas elaboradas por personas con discapacidad intelectual y acompañadas con un código QR que nos permite seguir paso a paso la elaboración del plato. Una lucha sin cuartel por la autonomía de todas las personas.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Admiro a las personas de andar por casa, a aquellos que me han enseñado valores que nunca se han de perder como el respeto, la ternura, el amor sin aspavientos… Admiro a la gente que tengo cerca: a mi hijo que se hace camino por el mundo con 9 años, a mis hermanos que procuran vivir la vida con las ilusiones intactas, a mis padres que desde el silencio tienen siempre el abrazo dispuesto, a mi pareja que persigue sus sueños como si fuese una niña, a todos aquellos que se les tuerce el camino y en lugar de cambiar el gesto, descubren que la vida es una aventura inesperada…

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.

¿Y la más peligrosa? Mentira.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Bastante tengo con mantenerme en pie en algunos momentos como para pensar en otras cuestiones.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy de izquierdas, pero cada vez estoy más desencantado con la política y con quienes la ejercen pensando en sus bolsillos.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gusta ser quien soy. Mis energías van encaminadas en sacar a relucir la mejor versión de mí mismo.

¿Cuáles son sus vicios principales? El chocolate. No tengo control. Es un exceso de dulzura.

¿Y sus virtudes? Ponerle el corazón a la vida.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Sería un buen momento para soñar.

T. M.