viernes, 19 de febrero de 2021

Entrevista capotiana a Pepe Colubi

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pepe Colubi.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Texlahoma, ese asteroide que se inventó Coupland donde siempre es 1974.

¿Prefiere los animales a la gente? Las cosas mejorarían si los animales asimilaran que hemos ganado la partida. Temo que llegue el día en que los perros y gatos descubran que a los humanos con los que conviven los llamamos “dueños de mascotas”.

¿Es usted cruel? Cuando nadie me ve.

¿Tiene muchos amigos? Tengo un concepto bastante laxo de la amistad, frente a esa idea épica, trascendente y asfixiante; la gente, más que amigos, busca tablas de salvación. Considero que un buen amigo no te abrasa con sus problemas.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Conversación. Saber no estar. Discreción. Que toda trivialidad sea útil. De los buenos amigos no necesitas despedirte.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Si lo hacen es que no eran tan amigos, pero eso siempre lo aprecias a toro pasado. He tenido un par de decepciones abismales, espléndidas, deslumbrantes. Trágicas si no fueran miserables.

¿Es usted una persona sincera? Cuando nadie me ve. La sinceridad está sobrevalorada, es más: no es necesaria, no hace falta. Se le ha concedido una relevancia absurda. Si algo no te gusta, ahórrate el falso elogio, habla del tiempo. La mejor sinceridad es el disimulo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me hace mucha gracia la expresión “tiempo libre”, como si hubiera distintas magnitudes físicas. El tiempo es inexorable; en mi tiempo libre, como en mis otros tiempos, lo que hago es envejecer lentamente.

¿Qué le da más miedo? Caerme del guindo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza la gente maleducada, la falta de cortesía, la ausencia de urbanidad.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Yo nunca he decidido ser escritor, pero el azar me ha llevado hacia eso, asombrosamente. No he decidido nada de lo que me ha ocurrido en la vida. Lo mejor para no defraudarte es carecer de expectativas.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Con el tiempo he llegado a no sentir rechazo a caminar, lo cual, visto mi historial, no es un logro escaso. Eso sí, sabiendo de dónde vengo y a dónde voy.

¿Sabe cocinar? Cuando nadie me ve.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Ya que decimos personaje, elegiría al Señor Chang de la serie Community.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Me decanto por una portuguesa: “saudade”.

¿Y la más peligrosa? Egagrópila.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Cada vez que viajo en AVE y alguien habla a voces por teléfono desde su asiento. Conversaciones largas, irritantes, agresivas. Ruido blanco de fondo que fractura la placentera sensación de deslizarse a esa velocidad por un paisaje.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? No soy tendencioso.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría ser un Satisfyer.

¿Cuáles son sus vicios principales? No existe el vicio, toda sensación placentera es válida.

¿Y sus virtudes? Mi egoísmo. Nadie mejor que uno mismo para hacerse el bien.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? En mi cabeza estaría Naranjito, la mascota del Mundial 82. Todo el rato, mirándome fijamente como si disfrutara con mi desgracia.

T. M.