miércoles, 24 de marzo de 2021

Un Quijote madrileño anda suelto

Desde allá donde esté, el risueño, vitalista, entrañable Javier Reverte nos lanza una lección de escritura con esta novela póstuma, fabulosa, con ecos cervantinos, homéricos, de argumento desternillante, absurdo, irresistible. Y es aún un texto más especial cuando llegamos a una nota final en que el autor –muerto hace escasas fechas, a los setenta y seis años– dice haberlo escrito a lo largo de veinte años (está fechado del 1999 a 2019), de forma fragmentaria. Y ello se aprecia nítidamente sin que la novela se resienta y que este reportero y narrador viajero por medio mundo, un apasionado de África como pocos y autor también de poesías, fue elaborando en aviones, barcos y trenes.

 Una novela quijotesca, libresca, escrita con una gracia lingüística maravillosa, que está protagonizada por un bala perdida, Desi Calvario, que vaga por Madrid acudiendo a su bar habitual y se cruza con personajes tan pobres como él, como un actor y filósofo aficionado, pero con encendido verbo literario. Ya desde la dedicatoria, que no desvelaremos pero está dirigida a Dios y también a sus nietos, se despliega una ironía que usa la vida moderna urbana, el enamoramiento súbito, la obra de Shakespeare o de Karl Marx, o los barrios humildes llenos de inmigrantes, para contarnos una historia divertida y tierna a la vez. Reverte se despide, pícaro, a lo grande, y no habrá mejor homenaje que leerle.

Publicado en La Razón, 20-III-2021