jueves, 8 de abril de 2021

Entrevista capotiana a Pedro Calbarro

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía   que   nunca   escribió.   Lo   tituló   «Autorretrato»   (en  Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con   astucia   y   brillantez.   Aquellas   preguntas   que   sirvieron   para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pedro Calbarro.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mar. Aquí se me presentan dos opciones. Una, el norte, más fresco y gastronómicamente más potente. Dos, el mediterráneo, más caluroso. Mejor un pueblo grande, con accesos y todas las facilidades comerciales y sanitarias (voy para mayor), pero el caso es que me gustaría tener un balconcito que mirase al mar.

¿Prefiere los animales a la gente? Aunque he conocido animales que son muy humanos y personas que son como animales, prefiero a la gente. Pero los animales son muy importantes en mi vida.

¿Es usted cruel? No, definitivamente no. Aunque a veces la escritura me permita “soltarme el pelo”.

¿Tiene muchos amigos? Pocos. Con el paso del tiempo se ha ido produciendo una especie de cribado natural en el que mi círculo de amistades se ha ido reduciendo paulatinamente, pero estoy cómodo así y los que tengo los valoro mucho.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Si buscamos la palabra AMISTAD en el diccionario de la RAE, esas son las cualidades.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? En muy pocas ocasiones, perdonado aunque no olvidado.

¿Es usted una persona sincera? Intento serlo, aunque hay alguna vez que, por mecanismo de defensa, he soltado alguna mentira. Otra cosa es que me encanta vacilar a mi familia, bromeando.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me encanta el cine y la tecnología.

¿Qué le da más miedo? Posiblemente una muerte larga y dolorosa.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La intransigencia. No transijo con ella.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Pregunta complicada. Es que hago tantas cosas… Si no fuese lo que soy actualmente, posiblemente estaría metido en el mundo de los ordenadores y el diseño con ellos.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? No, pero me encanta reír.

¿Sabe cocinar? Saber no, me gusta cocinar, y procuro elaborar recetas diferentes, no limitarme al huevo frito. Pero prácticamente soy cocinero de fin de semana, cuando hay más tiempo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Me da mucha envidia todos aquellos personajes que saben o han sabido jugar con las palabras de forma magistral. Cervantes, Quevedo… hasta Sabina (fíjate qué cambio).

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor, creo que en su sentido más puro engloba todas las virtudes que el ser humano puede ofrecer.

¿Y la más peligrosa? Odio, por los mismos motivos que en la anterior pregunta, pero al contrario.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Es complicada la pregunta en el momento que nos encontramos. Por supuesto, los extremos los elimino por defecto. Iría de cabeza con aquel político que no mirase por sus propios intereses y que no dijese cosas diferentes de un día para otro con tal de mantenerse en el poder o trepar a puestos superiores. Difícil, ¿no?

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Cualquier modificación más ambiciosa de mi pasado posiblemente habría cambiado mi presente, cosa de la que no estoy dispuesto a renunciar, así que mirando hacia el futuro, algo que me permitiese conocer más mundo y compartirlo con mi mujer.

¿Cuáles son sus vicios principales? Me gusta disfrutar de la buena comida. Soy muy vago en casa.

¿Y sus virtudes? No sé si es virtud o defecto, pero alguna vez me han dicho que a veces de bueno que soy, soy tonto. También soy bastante optimista.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Seguramente mi mujer.

T. M.