domingo, 16 de mayo de 2021

Entrevista capotiana a Gloria Fortún

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Gloria Fortún.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Los bosques de Karelia.

¿Prefiere los animales a la gente? Tiendo a humanizar a los animales, a otorgarles una personalidad humana según su comportamiento o su aspecto, así que me imagino que no, que al final me quedo con la gente y su compleja vulnerabilidad. Y sobre todo me quedo con la gente que cuando se encuentra con un animal, se maravilla.

¿Es usted cruel? En absoluto y me pondría muy triste enterarme de que lo he sido alguna vez sin pretenderlo.

¿Tiene muchos amigos? Qué suerte poder decir que tengo un montón y qué fortuna contar con un pequeño grupo de amistades profundas, de esas con las que puedo ser yo, con todos mis fallos… y que aún así me quieran.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Creo que no busco ninguna cualidad en concreto, mi gente es tan distinta entre sí… simplemente hay una conexión, un flechazo, una relación que se riega y florece.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Si ha ocurrido alguna vez no ha debido de ser muy seria la cosa, porque no me acuerdo.

¿Es usted una persona sincera? Fantaseo mucho, pero lo aviso. Es que la imaginación a veces es más honesta que la realidad.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo y escribiendo.

¿Qué le da más miedo? Que le suceda algo malo a mi hija.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El egoísmo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Hubiera tenido una librería, o quizá hubiese sido periodista. Tengo una visión muy romántica de ambos oficios.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Camino muchísimo, como si Madrid fuera un paseo marítimo. Bailo, sobre todo sola en casa. En verano nado en el mar. Con los gimnasios no puedo.

¿Sabe cocinar? Sí, me enseñó mi madre y yo enseño a mi hija. Muchas veces me harto y cocino medio llorando. Otras lo hago encantada, escuchando podcasts o música.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Emmy Hennings, escritora y performer alemana que fundó el Cabaret Voltaire, origen del movimiento dadá. Tuvo una vida apasionante.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.

¿Y la más peligrosa? Ignorancia.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? En mi familia me llaman rojaza. Estoy de acuerdo. Feminista, republicana y de izquierdas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una maga muy poderosa.

¿Cuáles son sus vicios principales? El café y fantasear.

¿Y sus virtudes? Nunca pierdo la esperanza.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pensaría mierda, me muero sin haberla besado.

T. M.