domingo, 4 de julio de 2021

Entrevista capotiana a Santiago La Rosa

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Santiago La Rosa.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Hace algunos años vivo con mi familia en un pueblo de montaña. Poco más de dos mil habitantes, el estilo de lugar en que todos saben quien sos en la plaza y los rumores corren como la pólvora. También es un lugar donde nadie lee ni tiene la menor idea de qué hace un escritor o un editor con su vida. Está bastante bien. Aunque me da muchísima claustrofobia la idea de no poder salir de acá, hay un buen café para desayunar a la mañana y senderos de montaña donde salir a caminar.

¿Prefiere los animales a la gente? Para nada, vivo en un lugar lleno de víboras, murciélagos, y ratones de campo. Los perros de mi casa se los comen o pelean con ellos y siempre aparecen llenos de espinas, rasguños y alguna presa moribunda en la boca. Los quiero a todos a la distancia.

¿Es usted cruel? Creo que no. Salvo en alguna charla con amigos sobre conocidos que no están presentes.

¿Tiene muchos amigos? Tengo bastantes y como por suerte vivo lejos de ellos mantenemos una amistad llena de cariño a la distancia.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean divertidos, que les guste hablar y caminar en las ocasiones en que nos vemos.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Hasta ahora no me decepcionaron.

¿Es usted una persona sincera? Bastante. También puedo mentir a lo loco.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo y jugando con mis hijos: mi hija tiene una cama elástica que me fulmina las piernas y mi hijo en realidad es un bebé así que lo apoyo en mi panza y miro Los soprano mientras él duerme. También me gusta pasearlo despierto a la noche tarde, cuando todos descansan, caminar por la casa vacía, mirar los libros de la biblioteca, releer al azar, pensar tonterías.

¿Qué le da más miedo? Las enfermedades de mis hijos.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? No suelo escandalizarme. Sí me puedo enojar o irritar pero eso va por otro lado.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Por suerte hice un desplazamiento y después de trabajar de muchas cosas fundé una editorial. Ser editor es más fácil: la cuestión del dinero es más clara, las cuentas y todo eso. También me la puedo pasar leyendo y parece trabajo. La escritura siempre está pero sin la presión de tener que escribir o publicar.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, desde que vivo en la montaña me aficioné a correr. Soy pésimo en todos los deportes pero en el trote se nota menos.

¿Sabe cocinar? Cocino nivel supervivencia y sí que hago asados dignos una o dos veces al mes.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Reader´s Digest es una de esas publicaciones que aparecen en los cuentos de Capote y otros escritores que me gustan, siempre me hago el que sabe de qué se trata pero no tengo ni idea de qué iba la revista ni qué artículos publicaba.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Aurora. Hay algo de lo que comienza de nuevo todos los días, de la transitoriedad y la renovación, que funciona sí o sí.

¿Y la más peligrosa? Emprendedurismo. Esconde trampas: es una trampa.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, me pasa seguido y con todo tipo de personas. Se me va rápido también y por ahora no lo llevé a cabo.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Una izquierda un poco tibia que en el medio de la montaña y en un pueblo se limita a votar cuando hay elecciones y a estar atento a las necesidades de los conocidos y vecinos. A veces es llevar a alguien hasta la ciudad porque no tiene auto o salir a buscar perros que se escaparon.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me hubiera gustado ser tenista profesional, número uno del mundo, y pensar a qué me dedico a partir de los 35 lleno de fama, dinero y prestigio. O sea: ex número uno del mundo recién retirado del tenis.

¿Cuáles son sus vicios principales? El café y el insomnio.

¿Y sus virtudes? Puedo estar en silencio bastante tiempo y trabajar muchas horas.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mis primeros recuerdos: en el jardín de infantes, entre mis compañeritos de clase, todos los juguetes dando vueltas, corridas de un lado para el otro, queriendo irme a casa.

T. M.