sábado, 28 de agosto de 2021

Entrevista capotiana a Daniel Bellón

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Daniel Bellón.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Uffff. Tengo varios. Mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, está muy bien, tampoco me importaría mi ciudad natal, Cádiz, pero hay otras ciudades, Valencia, por ejemplo, o la isla toda de Lanzarote. En todo caso tiene que ser un sitio con playa, con acceso al mar (y a internet, qué le voy a hacer).

¿Prefiere los animales a la gente? Normalmente prefiero a la gente. Aunque todo depende del animal y de la gente.

¿Es usted cruel? Si hablamos de crueldad pura y dura, y no de las pequeñas putaditas que las personas nos solemos cruzar en el día a día, Creo que no, pero también creo que, en determinadas circunstancias podría serlo. Preferiría seguir en la duda sobre ese punto.

¿Tiene muchos amigos? A partir de cierta edad tener muchos amigos es muy difícil. En todo caso las amigas y amigos que tengo son excelentes.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No busco cualidades, ni amigos o amigas. Los encuentro o me encuentran, con su forma de ser y de estar. Si son, son, como sean.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No.

¿Es usted una persona sincera? Depende de las circunstancias. Creo que en la mayoría de los casos cierto nivel de hipocresía es un rasgo de civilización.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta leer, claro, escuchar música, ver pelis… y hacer ejercicio físico, nadar me encanta. Caminar. Últimamente he descubierto el placer de darle trompadas a un saco de boxeo, siento no haberlo descubierto antes.

¿Qué le da más miedo? El dolor físico, la decadencia mental. La guerra.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La miseria me escandaliza. La desigualdad salvaje resultado de la especie de retorno al capitalismo manchesteriano que estamos viviendo. Creo de veras que son la fuente de la gran mayoría de las desgracias cotidianas, como demuestra la actual pandemia todos los días, que, digan lo que digan, no es igual para todos.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Yo no soy un escritor, soy un tipo que escribe poemas y tiene la suerte de que se los publiquen. Mi vida laboral es muy poco literaria, tal vez por fortuna. En esto estoy con el poeta peruano Antonio Cisneros cuando dijo en una entrevista: “Yo toda la vida he trabajado y no es para llorar, ni es una tragedia. Me parece que es humano. Es un orgullo saber cuánto cuesta el pan, dónde para el autobús, tener hijos, tener nietos, ver por tu gente ¡caramba! Eso me parece una cosa maravillosa.” Estoy convencido de que la especie humana es creativa por naturaleza, por puro instinto  que, de alguna manera, toda persona vive una vida creativa que se expresa de diferentes maneras. La creatividad no es sólo escribir, hacer música o pintar… Muchas (muchísimas) personas aplican grandes dosis de creatividad a su trabajo “no creativo” o a sus relaciones personales y familiares, o a conseguir que rime el presupuesto familiar con el fin del mes, a su mera supervivencia.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, de manera periódica y bastante disciplinada.

¿Sabe cocinar? Me puedo manejar. Pero la cocina no me relaja. Siempre siento que he hecho algo mal o que me falta algo por hacer.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Tuve la oportunidad de conocer a Manuel Elkin Patarroyo, descubridor de la vacuna contra la malaria, que donó al dominio público. Me parece un personaje MUY inolvidable. Hay otros dos que se me vienen a la cabeza, los poetas Rafael Cadenas y Fernando Quiñones.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Eros. Palabra y dios, a la vez. Mientras Eros opera, todas las opciones están abiertas.

¿Y la más peligrosa? Desprecio. El desprecio es muy doloroso para quien lo sufre, pero, además,  es muy peligroso, en especial, para quien lo ejerce.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Digamos de izquierda no dogmática.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? ¿Escritor? No sé, la verdad. Nacemos siendo. Lo que hacemos, con lo que nos ganamos la vida no es lo que somos. Hay cosas que me hubiera gustado hacer y no he hecho, pero me gusta añadirle a eso un… “todavía”.

¿Cuáles son sus vicios principales? Hablo mucho. Este es el MUY principal.

¿Y sus virtudes? Eeeee… creo que cierta capacidad de aguantar bajo presión sin perder los nervios.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? De pequeño casi me ahogué, el difuso recuerdo que tengo es de ver la orilla cada vez que conseguía subir la cabeza por encima del agua. Fue un mal rato. Supongo que mientras pensase que es posible llegar a la orilla no vería otra imagen que la orilla. Le tengo mucha afición a estar vivo. Si me imagino ahogándose es agitando los pies y los brazos para no hacerlo, para dar con la manera de asomar la cabeza, coger aire, flotar.

T. M.