En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Lucía Tudela.
Si tuviera que vivir en un solo lugar,
sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Un lugar donde poder escribir,
escuchar música al 99% de volumen –que siempre quede ese 1% por si acaso–, un
lugar donde ver películas Disney (o bueno, va, películas en general), donde
pueda escuchar el mar cuando lo necesite, donde tenga todos los libros que
quiera y sobre todo, uno donde no me falte comida ni una cama de matrimonio. Pero
aparte de todo eso, si tuviera que elegir un solo lugar del cual no pudiera
salir, elegiría el Planeta Tierra. He decidido ya no salir de él –de momento–,
aquí dentro hay muchas cosas por hacer.
¿Prefiere los animales a la
gente? Todavía no, quizá a
veces, pero todavía no. Adoro a los animales, sobre todo a los gatos, pero he
de elegir a la gente por la necesidad de saber qué hay detrás de unas pupilas
que aumentan o disminuyen al verte, un cerebro que está pensando a la vez que
tú, unos sentimientos que corren en dirección opuesta a ti, o en la misma
dirección. No puedo cambiar ese sentimiento de curiosidad, inspiración,
sorpresa, duda, alegría, amor (entre tantos otros sentimientos), que puede
causar(me) una persona.
¿Es usted cruel? Depende de a quién le
preguntes, cuándo le preguntes y por qué le preguntes. Pero sé que puedo ser la
persona más cruel cuando me faltan dos cosas: comida y sueño.
¿Tiene muchos amigos? Tengo muchos conocidos,
muchos contactos y mucha gente con la que puedo desahogarme, tomar una cerveza,
charlar..., pero amigos… Amigos no.
¿Qué cualidades busca en sus
amigos? Si buscase al “amigo
ideal”, ¿en qué me convertiría?
¿Suelen decepcionarle sus
amigos? A veces me han
decepcionado las expectativas que he tenido de ellos, por lo mismo de siempre,
por comparar. Por ver relaciones en redes sociales (por poner el ejemplo más
rápido) de amistades que no se parecen en nada a las mías. Pero sé que si les
necesito, van a estar los primeros en mi casa a las tres de la mañana, aunque
sea el fin del mundo y no quede cerveza en la nevera.
¿Es usted una persona
sincera? Tengo el
sincericidio (sinceridad y suicidio) por bandera, a veces no me doy cuenta del
daño que puedo llegar a hacer diciendo la verdad.
¿Cómo prefiere ocupar su
tiempo libre? Con una cerveza al
sol o una copa de vino al atardecer y una buena conversación trascendental; con
un libro en las manos; con los ojos cerrados en mi cama, un paseo hacia el mar;
o simplemente, en no hacer nada. Suelo pasarlo sobre todo, imaginando
historias, las cuales a veces escribo, o las cuales a veces dejo guardadas en
mi memoria.
¿Qué le da más miedo? Si llego tarde a la
estación, en ese momento lo que más miedo me dará será perder el tren; si estoy
nadando en el mar, que aparezca una medusa o algo peor bajo mis pies; si estoy
en medio del bosque, que algún animal me ataque o incluso los bichos; si pierdo
a algún ser querido, será no volverlo a sentir cerca; si me rompen el corazón…,
creo que ahí no tendré miedo porque solo quedará dolor. Si hablamos de fobias,
tengo fobia a los gusanos.
¿Qué le escandaliza, si es
que hay algo que le escandalice? Me escandaliza que todavía se le griten palabras a las mujeres en la calle,
como si fuéramos muñecas que necesitan cumplidos para seguir caminando; me
escandaliza que no se haga justicia cuando alguna mujer aparece violada, muerta
o descuartizada; me escandaliza que no podamos ir por la noche tranquilas por
ir con miedo, y sobre todo, me escandaliza no estar segura de no ser yo la
próxima que aparezca en las noticias.
Si no hubiera decidido ser
escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Esperarme a consumirme por
dentro. Probablemente hubiera terminado por no vivir.
¿Practica algún tipo de
ejercicio físico? Omitiendo el natural o el que hago cuando voy a perder cualquier transporte
público y me toca correr; cuando necesito respirar más de lo normal, sí; salgo
a patinar. Estar encima de 8 ruedas y deslizarte con agilidad es lo más
parecido a volar sin alas.
¿Sabe cocinar? Sé cocinar bien cuando
cocino para dos, con música a todo volumen y con ilusión. Sé cocinar por
supervivencia cuando estoy sola.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre
«un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mí. Solo por decirle a mi
abuela “Mira, yaya, he salido en el “Reader’s Digest”, ¿has visto?” y ver de
nuevo cómo se le ilumina la mirada, como cada vez que le cuento algo sobre mi
trayectoria de escritora y se le llena el pecho de orgullo. Y a mí con ella,
por seguir teniéndola.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Para el mundo, no lo sé. Para mí: inspiración. Porque de ahí nace todo. Tener inspiración a la hora de escribir es como llegar al clímax, como sacar un uno en el parchís cuando tu última ficha va a ganar, como beber agua cuando te mueres de sed, como ponerte a la sombra un día de verano o al sol un día de invierno, como tumbarte en la cama después de un día agotador o incluso ir al baño cuando es de máxima urgencia. Tener inspiración a la hora de escribir es marcar un antes y un después.
¿Y la más peligrosa? Miedo. Miedo a
enamorarse por si duele y después no cura; miedo a invertir, por si pierdes;
miedo a olvidar, miedo a no atreverse, miedo a empezar, miedo a acabar, miedo a
vivir.
¿Alguna vez ha querido matar
a alguien? Metafóricamente,
¿quién no? Literalmente, de momento no tengo instintos homicidas.
¿Cuáles son sus tendencias
políticas? Mi abuela siempre ha
dicho que de política, religión y fútbol nunca se habla en la mesa. Pero
añadiré que no estaré nunca a favor del racismo, de la homofobia, de la
transfobia, xenofobia o todo término u actos que degraden al ser humano por “no
ser igual a uno mismo”, sea el partido que sea.
Si pudiera ser otra cosa,
¿qué le gustaría ser? Si tuviera que elegir un animal, sin duda sería un gato, más de las
personas que puedo llegar a contar con los dedos de las manos me han dicho que
me parezco a uno. Los gatos pueden dormir las horas que quieran, comer cuando
les plazca y sobre todo, tienen el increíble don de hacerte sentir un Dios si
te ceden la oportunidad de tenerlos encima y además acariciarlos. Si tuviera
que elegir una forma humana, me volvería a elegir, pero millonaria.
¿Cuáles son sus vicios
principales? Mi vicio es darle
vueltas a todo; abrir heridas para seguir sintiendo lo que un día sentí y así
quizá escribirlo; un libro de 700 páginas que no deseo acabar pero a la vez no
puedo dejar de leer...
¿Y sus virtudes? Que hago inmortal a todo
aquel a quien marco en letras. Incluso a mí.
Imagine que se está
ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Creo que por orgullo
y por pensar que todavía me quedan muchos libros que sacar y una larga carrera
por delante, vería la solución a salir del agua.
T. M.