Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál
elegiría? No viajo demasiado, pero
llevaría fatal no poder hacerlo.
¿Prefiere los animales a la gente? No.
Sigo confiando en la bondad de los desconocidos, como decía Blanche DuBois. Y todos los perros son admirables.
¿Es usted cruel? No.
¿Tiene muchos amigos? El número de amigos, o mejor dicho la
percepción de tener muchos, decrece con la edad. Conservo unos cuantos de los
buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Primero
la bondad, después la inteligencia y la lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Puede que a veces les pida
demasiado.
¿Es usted una persona sincera? A veces más de lo
conveniente.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con mi gente.
¿Qué le da más miedo? No saber dónde estoy.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La creciente influencia de
los tontos y los malvados.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa,
¿qué habría hecho? Maestro de escuela.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Paseo y veo fútbol.
¿Sabe cocinar? No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos
artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A
Jay Gatsby.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? El amor.
¿Y la más peligrosa? El desprecio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Socialdemócrata.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Mejor.
¿Cuáles son sus vicios principales? De las derrotas, que hable el
enemigo.
¿Y sus virtudes? Creo que no soy mala persona.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema
clásico, le pasarían por la cabeza? Estaría a gusto, sin
hacer nada especial, con las personas a las que quise y me quisieron.
T. M.