martes, 15 de febrero de 2022

Entrevista capotiana a Aloma Rodríguez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Aloma Rodríguez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La playa de Aguete, en Marín, en las rías bajas.

¿Prefiere los animales a la gente? No, en general, prefiero a la gente. Aunque haya pocas personas más guapas que el perro de mis padres.

¿Es usted cruel? Diría que no.

¿Tiene muchos amigos? ¡Sí! Soy muy pesada y los necesito.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Sentido del humor, generosidad y flexibilidad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? A veces pongo demasiadas expectativas y muy altas, pero salvo algunos abandonos dolorosos, no me importa la intermitencia.

¿Es usted una persona sincera? Más bien sí, pero no brutalmente sincera.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Durmiendo, haciendo el amor, viendo películas, paseando y leyendo. Tumbarme al sol o estar a remojo me parece lo más. Y comer y beber. Comer regalices viendo La fiera de mi niña me parece un plan bastante guay.

¿Qué le da más miedo? Los pájaros, los accidentes, conducir, que les ocurran cosas malas a la gente que quiero, la espectacularización de todo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La estupidez.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Ahora pienso que maestra.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, me desplazo en bici, hago una rutina humillante mínimo tres días a la semana y voy a nadar cuando puedo.

¿Sabe cocinar? Por supuesto. Los huevos fritos me salen fatal, pero el cocido bien.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Pepa Flores, Marisol.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Mañana.

¿Y la más peligrosa? Gente.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Creo que sí.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Anarquista brassensiana en lo moral, de izquierdas en las convicciones.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una nube, un delfín, un vino rico.

¿Cuáles son sus vicios principales? La pereza, combino mal la ropa, no me gusta peinarme y a veces soy muy rígida.

¿Y sus virtudes? Soy graciosa, generosa y bastante fuerte para mi tamaño.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Yo de niña en la plaza de Cantavieja, Teruel, aprendiéndome una coreografía para una canción de Mecano con mi amiga Noelia, mis hermanos, mis padres jóvenes, el primer beso con mi novio, cuando fui Casandra en el Teatro Principal de Zaragoza, yo cruzando el Sena en bici, mis hijos comiendo lentejas con la cuchara y mucha destreza para su edad, Javier Rebollo repartiendo barras de fuet en la FNAC de Callao en la presentación de un libro mío, la risa de mis amigos, de los muertos y los vivos.

T. M.