lunes, 21 de febrero de 2022

Entrevista capotiana a Javier Recarte

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Recarte.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Un lugar idílico que tuviera huerta, sol, mar, árboles, y que tuviera a mis allegados cerca.

¿Prefiere los animales a la gente? A la gente. La comunicación con la gente es mucho más intensa que con los animales, salvando a cierta “gente”, que hace a los animales muy superiores a ellos.

¿Es usted cruel? En absoluto. No creo que haya opción alguna para que lo sea en el futuro.

¿Tiene muchos amigos? AMIGOS, con mayúscula, no muchos, pero muy selectos. Con minúscula, muchos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? El amigo no se busca; se encuentra. Pero el de verdad, el que dura toda la vida, el verdadero AMIGO, casualmente, siempre es honesto, sincero e inteligente.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Algunos lo han hecho, y demostraron no lo eran.

¿Es usted una persona sincera? Absolutamente.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En estar con mis seres queridos, pareja y familia, pero también en escribir, componer música, pintar, leer y estudiar, hacer deporte y en estar con los míos.

¿Qué le da más miedo? Un político inepto y con poder.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que una minoría, que apenas representan a nadie, dicte la manera de vivir de los demás, tratando de imponer sus criterios contra la inmensa mayoría.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Dedicarme de lleno a la pintura, a la escultura, a la música o, simplemente, a ser alguien que deje huella.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí: ando, monto en bicicleta, juego al golf. Y no hago más porque la vida está dejando huella en mis huesos.

¿Sabe cocinar? Me encanta cocinar. Es otra de las artes que deberían estar más arriba.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Cristóbal Colón o Hernán Cortés.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.

¿Y la más peligrosa? Político.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Esto es privado, aunque en alguna de mis respuestas ya se entrevé.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un águila.

¿Cuáles son sus vicios principales? No sé si mis aficiones pueden llamarse vicios. Depende de la intensidad, supongo, y de la cantidad de tiempo libre que me roben.

¿Y sus virtudes? Mis amigos y mis allegados las conocen. Mi padre me decía que era un “paraguas-trompeta-cama”. Con ello definía a una persona polifacética.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Creo que los errores que cometí en la vida.

T. M.