miércoles, 13 de julio de 2022

Entrevista capotiana a Esther Cross

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Esther Cross.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El  Hotel Casino Carrasco de Montevideo.

¿Prefiere los animales a la gente? Con la mano en el corazón, me resisto a esa pregunta. En el planteo huelo una vieja  trampa, de la que no puedo salir. Sé que si fuera animal, preferiría a otro animal.

¿Es usted cruel? Lo he sido sin darme cuenta, y eso me inquieta.

¿Tiene muchos amigos? No.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? En mis amigos encuentro afinidad, aceptación y una gran  confianza, en todos los sentidos de la palabra.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. 

¿Es usted una persona sincera? Trato de serlo, pero no a ultranza.  La franqueza puede ser terrible. Hay gente que la usa para dañar, sin ir más lejos.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con frecuencia lo paso leyendo y escribiendo, como cuando trabajo. A veces sería mejor desocuparlo.

¿Qué le da más miedo? La incomunicación. La enfermedad.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El abuso de poder.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me habría gustado ser bióloga marina o dedicarme a la arqueología.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Solo caminar.

¿Sabe cocinar? Sí.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Elegiría a Vivienne de Watteville.  Me haría feliz escribir sobre ella y sus libros.  “Siempre soñé con adentrarme en la selva sin armas y  hacerme amiga de las fieras”, dijo después de que a su padre lo matara un león durante una cacería en África.  Y acto seguido se internó en la selva.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Pensemos.

¿Y la más peligrosa? Patria.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, con nítida claridad cuando estaba en el colegio primario.  Después, con una intención más indirecta, en algunos  sueños.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? El socialismo y su aspiración a una sociedad donde “la pobreza resulte imposible”, como dijo Oscar Wilde.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría ser mi madre así me encuentro de nuevo con ella.

¿Cuáles son sus vicios principales? La acumulación de libros. Mirar por las ventanas iluminadas de las casas. Y fumar aunque hace años que dejé el cigarrillo: en mis sueños hay humo y fumadores.

¿Y sus virtudes? Prestar buenos libros.  El compañerismo. No hablar a los gritos por el móvil en los bares.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Imagino la situación y me acuerdo del mago John Nevil Maskelyne, que  cayó a un lago y estuvo a punto de morir cuando tenía diez años. Mientras se ahogaba vio la cara de su madre, que en ese momento estaba en su casa y  de pronto pensó él, sin saber bien por qué.  Maskelyne tuvo una visión y se salvó. Me gustaría que me pase algo por el estilo: obviar la triste película del esquema clásico y salir a flote mientras le envío  mensajes telepáticos a un ser querido.  

T. M.