martes, 19 de julio de 2022

Entrevista capotiana a Reyes de Miguel

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Reyes de Miguel.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Elegiría una casa con mucha luz, con más ventanas que paredes, con una biblioteca inmensa, una buena pantalla de televisión, una cafetera americana y conexión a Internet. En realidad, si algún día consigo estar en un sitio así, no creo que haya forma de hacerme salir a la calle de nuevo.

¿Prefiere los animales a la gente? Bueno, prefiero a mi perro antes que a muchas personas, eso seguro. Pero, en general, la gente me cae bien.

¿Es usted cruel? No, la verdad es que no. De hecho, me he visto en situaciones francamente ridículas por no querer hacer o decir algo que pudiera molestar al de enfrente, así que, si lo pienso un poco, tampoco es algo de lo que alardearía demasiado.

¿Tiene muchos amigos? No. Los puedo contar con los dedos de las manos. Y me sobran dedos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean capaces de aguantarme a mí suele ser la más importante de todas. Por lo demás: sentido del humor y, sobre todo, sentido común. Todo lo demás, el tiempo te lo va dando, porque aquellos que no cumplen con lo importante acaban quedándose por el camino.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, la verdad es que no. Más bien al contrario, que personas tan fascinantes me regalen su amistad suele funcionarme como herramienta para vencer al síndrome de la impostora, cuando aparece. Ya sabes, por aquello de que «esta gente no sería amiga de una completa idiota…». No puedo estar tan mal.

¿Es usted una persona sincera? Cuando no hay motivos para no serlo, sí. Pero no diría que soy el paradigma de la sinceridad. La realidad es demasiado compleja como para solucionarlo todo con sinceridad.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo (y ya es delito, porque también es mi trabajo), viendo cine, escuchando música, comiendo, viajando… ¡Ah, y durmiendo! Lo siento, pero tengo una hija de dos años, así que la mayor parte del tiempo sueño con tener tiempo para dormir.

¿Qué le da más miedo? Desde que tengo una hija, las alturas, las cosas afiladas, los frutos secos y la bronquiolitis. Antes de eso, habría contestado como las personas normales, con alguna tontería como: el fracaso.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La estupidez humana. Ni siquiera voy a tratar de ser original, es que es algo que no supero, que me subleva hasta mi límite. La maldad puedo soportarla, pero la estupidez… eso puede conmigo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Estoy convencida de que habría sido perfectamente feliz dedicada a una vida tranquila en el campo, haciendo trabajos manuales de esos que requieren tanta concentración que te dejan la mente en blanco, y ajena a cualquier noción de lo que el mundo espera de una.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? El sexo cuenta, ¿verdad?

¿Sabe cocinar? Yo creo que sí, pero mi marido asegura que no. Por eso siempre cocina él.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Esta pregunta me recuerda a esa otra de «¿si pudieras entrevistar a un personaje del pasado, a quién querrías conocer?». Yo siempre contesto que elegiría a Jesús de Nazaret, porque lo de ese tipo me parece fascinante. Así que ha sido el primero que se me ha venido a la cabeza. No soy una persona religiosa, pero el hecho religioso y su manera de influir en la sociedad es algo que me maravilla, así que no dejo de leer e informarme sobre el tema.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Tiempo. Teniéndolo, se puede conseguir cualquier cosa.

¿Y la más peligrosa? Esperanza. Teniendo la de los demás, también se puede conseguir cualquier cosa.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, pero la parte práctica me da una pereza tremenda. Y luego está todo el tema de la ley… En fin, demasiado papeleo.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las de que cada cual pueda vivir su vida siendo quien quiera ser, amando a quien quiera amar, vistiendo como le salga de las narices vestir… Las de avanzar para tratar de equilibrar las desigualdades sociales. Las de fomentar el desarrollo de una sociedad informada, culta y con capacidad crítica, para que no le puedan colar un paso atrás como si se hubiera descubierto la luna. Me defino de izquierdas y feminista. Y me anima dialogar con cualquiera, esté en el punto del espectro en el que esté, siempre y cuando no caiga en aquello de la estupidez, porque ya dije que eso no lo aguanto.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Bruja. Sería la leche.

¿Cuáles son sus vicios principales? El café (me lo raciono desde hace años, porque he desarrollado hipertolerancia y llegó un punto en que se me ocurrió que tal vez lo de «el café de antes de dormir» no era buena idea). También los catálogos de decoración del hogar, porque se me olvida que tengo un sueldo limitado y una familia que alimentar.

¿Y sus virtudes? Sonará pedante, pero la inteligencia es la que más valoro. Y la calma. Hay pocas cosas que me estresen, la verdad. Nada que no se solucione con una siesta.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Tengo una vida privilegiada, llena de imágenes hermosas. Si solo me quedara un momento, con perdón de mi marido y de mi hija, a los que quiero con el alma, seguro que me refugiaría en algún recuerdo de mi infancia, cuando las cosas eran fáciles y cualquier problema se diluía con solo embarcarte en La Hispaniola.

T. M.