jueves, 6 de octubre de 2022

Entrevista capotiana a J. Casri

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de J. Casri.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Si tiene que ser un lugar pequeño, por favor, que tenga ventanas. Puestos a pedir, algo de luz, una biblioteca y un poco de brisa. Si es más grande, una ciudad donde finalmente poder echar raíces. De momento, parece que es Barcelona.

¿Prefiere los animales a la gente? La gente, por supuesto, siempre y cuando no se comporte como un animal pese a que todos lo seamos.

¿Es usted cruel? ¿Quién quiere ser cruel? Pero todos lo habremos sido en algún momento, solo espero que sin darnos cuenta.

¿Tiene muchos amigos? Como me he mudado de ciudad en múltiples ocasiones, tengo más amigos en la distancia que en la cercanía. Afortunadamente, en la amistad, la distancia resulta irrelevante.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? El poder conversar sin que nos percatemos del paso de las horas. A partir de ahí, que cada uno sea como quiera ser.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Si lo hacen, seguro que tendrán sus razones. Uno tiene que armarse de motivos para querer decepcionar a un amigo, no es algo que se haga a la ligera y cuando/si sucede es tan extraño que es imposible no querer entender el por qué. Visto así hasta puede resultar intrigante pero, por suerte, no es algo que me haya sucedido a menudo. Que siga así.

¿Es usted una persona sincera? Intento ser sincero conmigo mismo y saber ver los momentos en los que la sinceridad causaría un daño innecesario en otra persona. La sinceridad a veces se usa como cuchillo. Como escritor el tema de la sinceridad es mucho más complejo e interesante. Diría que sí soy un escritor sincero pero que cree absolutamente en el poder del artificio. Para mí no existe contradicción, al contrario, cuanto más sincera en apariencia pretende ser una ficción más engañosa está siendo porque más se esfuerza en ocultar lo que es: una construcción. Las ficciones más sinceras son aquellas que no tienen ningún miedo en abrazar lo que son.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Soy un clásico en esto: leo, voy al cine, escucho música, charlo con amigos… Sobre todo, conversando con mi pareja. Además, disfruto escribiendo, con lo que no concibo ni unas vacaciones sin escribir. ¿Cuenta también el tiempo que uno pasa simplemente imaginando?

¿Qué le da más miedo? El Alzheimer y la demencia. Puestos a ser sinceros y confesar, decidí no tener ningún tatuaje por si en el futuro necesito el espacio para hacer un “Memento”.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La falta de humanidad, desde lo general hasta frases como “no me deja el sistema”. Cada vez estoy más convencido de que esta desconexión con la cualidad que podríamos denominar como más intrínseca del ser humano es el origen de todos los males del mundo.  

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Ya tuve una vida diferente, en el mundo de las ciencias, y me terminó llevando a la escritura. Así que no sé si lograría evitarlo si me volviera a encontrar en otra vida...

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Camino cuando necesito pensar y voy a correr cuando necesito dejar de pensar.

¿Sabe cocinar? Más de lo que necesito y menos de lo que me gustaría.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Yorick, el bufón de la corte de Hamlet. En la obra solo aparece su calavera y, pese a no pronunciar palabra, siempre me ha parecido uno de los personajes más humanos e inolvidables de Shakespeare.  

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Serendipia, que no deja de ser la esperanza en la casualidad.

¿Y la más peligrosa? El ‘no’ por sistema.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Prefiero no pensarlo por si me vuelven a entrar ganas… Lo curioso es que nunca he querido matar a ninguno de mis personajes, y siempre me ha dolido tanto el hacerlo.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? De izquierdas, aunque cada vez creo menos en los partidos políticos y en este simulacro participativo que llamamos democracia.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Cómo me gustaría ser un viajero en el tiempo… Si tuviera que ser un objeto, siempre he sentido fascinación por los faros que ahí siguen aguantando las embestidas del mar sobre unas rocas.

¿Cuáles son sus vicios principales? Muchos me han ido abandonando. He conservado algunos a los que les tengo especial cariño, como la compra desmesurada de libros de segunda mano. Otros, como la impaciencia, siguen ahí.

¿Y sus virtudes? Afortunadamente no tengo muy claro cuáles son, así que me sigo esforzando.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Tengo la suerte de tener bastantes buenos momentos donde elegir. Aunque quién sabe, también es posible que me acabaran viniendo a la mente imágenes sobre la poca atención que presté en las clases de natación.

T. M.