La figura de la imagen del Mundial 82 ya tiene ese
regusto de imagen vintage con un Naranjito que aún nos sigue sonriendo cuarenta
años después. En aquella España de la Transición, aún era reciente el intento
de golpe de Estado de Tejero y se temía sobremanera a ETA. Cruzando el
Mediterráneo, las cosas tampoco iban mucho mejor con Italia, pero una acabó
realizando un campeonato mediocre y la otra se aupó con la victoria. Alberto
Ojeda (1977) se adentra en lo que hicieron ambas selecciones y el trasfondo sociohistórico
de aquel tiempo, sobre todo, en referencia a determinados grupos terroristas
que asolaron el sur del continente.
En lo
meramente futbolístico, este periodista cultural hace la crónica de lo que pasó
con la escuadra “azzurra”
y su líder goleador Paolo
Rossi, pero enseguida se cuelan en paralelo acontecimientos
trágicos como el crimen contra Aldo Moro o el atentado sucedido en la Piazza
Fontana. En el otro lado, tendríamos el asesinato de Enrique Ruano, las
acciones de los GRAPO o el atentado a Carrero Blanco. De hecho, apenas una hora
más tarde de que terminara la ceremonia inaugural del Mundial, ETA segaba la
vida de un guardia civil en el puerto de Pasajes.
Este
contraste es lo que explota Ojeda con la idea de que todo ello significó cierto
punto de inflexión en aquellos “años de plomo”. Ojeda, con excelente ritmo
narrativo, resulta informativo tanto como ameno, y consigue su propósito de “entrelazar
el convulso discurrir de la Italia setentera con la errática evolución” de un
equipo que de pasar de verse desahuciado se convirtió en campeón; asimismo,
explica bien que tal gesta «insufló a los italianos optimismo en el futuro y
reverdeció entre ellos el sentido unitario (“risorgimentale”) de la patria».
También,
logra mostrar cómo el Mundial fue clave para la “autorreivindicación de España
como un país moderno y fiable, con una democracia en construcción que pedía
paso en selectas organizaciones internacionales como la Comunidad Económica
Europea”. Y es que tuvo un considerable mérito ser capaces de preparar un
evento internacional de esta dimensión con la amenaza latente de la violencia
terrorista.
Publicado en La Razón, 3-XII-2022