sábado, 28 de enero de 2023

Pessoa fuera de la torre de marfil

Es Fernando Pessoa uno de esos escritores que viven una reinterpretación perpetua. El hecho de ser un autor que apenas publicó en vida, un autor de manuscritos y no de “libros” al uso, más su desdoblamiento en más de cien seudónimos, incrementa su misterio y hondura. Y a profundizar en este creador del “heteronimismo” se ha encargado Manuel Moya, como antes hiciera versionando la poesía completa de los poetas pessoanos Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis Caeiro, Reis y Campos, o preparando la que fue la mayor compilación de sus cuentos editada hasta la fecha.


El traductor advierte que estamos ante alguien tan fascinante como desconocido, pues “sobre él pesa más la leyenda o las leyendas que la probada realidad”. Moya se plantea romper el tópico de ver a Pessoa en su relevancia heteronímica más que en el valor de sus versos, como si su personaje y su genial originalidad eclipsaran la calidad de su obra. Tal cosa la encara Moya comentando algunos de los mejores poemas del escritor lisboeta, al tiempo que trata de apartar el cliché de considerar “su ausencia de vida”; antes al contrario, para el biógrafo la vida de Pessoa ejerció una fuerte impronta en su escritura. En todo caso, Moya nos conduce por la existencia de este hombre que se entregó a su trabajo de oficinista pero que fundó y colaboró con revistas literarias y estuvo muy pendiente de la realidad política portuguesa.

“Pessoa no es el poeta neutral encerrado en la tópica torre de marfil. Es lo que habría deseado, pero para esto hubiera necesitado liberarse de la ficción humana, y eso nunca lo logró”, dice tan hondamente Moya. “Mucha de su obra surge de esa sed de libertad que no logró conquistar”, añade. Y qué mejor, para intuir ese deseo, que seguirle los pasos en su infancia en Sudáfrica, o como polemista y amigo de otros poetas, como hermano de tres chavales que murieron prematuramente, como enamorado de Ophelia, como hombre de carácter emprendedor pero también melancólico y hasta depresivo, hasta que el exceso de alcohol lo llevó a la muerte en 1935.

Publicado en La Razón, 21-I-2023