viernes, 3 de febrero de 2023

Secuelas de un canal familiar en YouTube

Dejémonos de preámbulos que solo retrasarían entrar a valorar la dimensión de esta obra. Digamos ya que estamos ante una de las grandes, verdaderamente grandes, novelas de los últimos tiempos; uno de esos textos que lo tiene todo: intriga y sorpresas, estructura interesante, personajes con varias capas que van evolucionando, estilo preciso, un final a la altura de lo narrado; qué maravilla adentrarse en esta historia, apasionante y terrible a partes iguales, cuya máxima virtud, tal vez, sea su originalidad, inteligencia y sensibilidad en el tratamiento del asunto de fondo, el cual, plenamente contemporáneo, de algún modo nos atañe a todos y cada uno de nosotros.

Los reyes de la casa, además, tiene la virtud de ser una lectura para un abanico amplísimo, por no decir absoluto, de lectores, tal es su sencillez y claridad, el poder magnético que irradia a la hora de contar los avatares de una mujer que ha triunfado en las redes sociales, llamada Mélanie Claux, gracias a vídeos donde expone la vida privada de sus hijos pequeños, Sammy y Kimmy. Es el reino, claro está, de YouTube e Instagram, lo cual, por un lado, se irá completando con detalles futuristas relacionados con la vida tecnológica que nos espera de aquí a un par de lustros, y por el otro, con asuntos legislativos en torno a los menores de edad en internet.

La vacuidad de mostrar lo más sagrado e íntimo, esto es, la imagen y cotidianidad de tus propias criaturas, la superficialidad del amor y agradecimiento hacia millones de desconocidos virtuales, el mensaje de frivolidad consumista que se da desde mil y un canales de padres dispuestos a exponer su día a día aprovechándose del cebo de colocar niños inocentes frente a la pantalla… La francesa Delphine de Vigan pone encima de la mesa todos estos elementos a lo largo de unas páginas que se enriquecen por medio de los saltos en el tiempo, lo cual nos lleva a ver la vida de los personajes a lo largo de un buen número de años y recordar la eclosión de los reality shows del tipo de Gran Hermano.

Resulta difícil comentar un relato como este sin desvelar asuntos que es mejor ir conociendo mediante la lectura, pero digamos que la vida de Mélanie y su marido Bruno saltará por los aires cuando su pequeña Kimmy sea supuestamente secuestrada. Ese trasfondo de thriller justifica el abordaje detectivesco, que tan formidablemente está introducido mediante la agente de la policía Clara Roussel, y hace que vayamos conociendo el trasfondo de las grabaciones que la madre cuelga en la red, sobremanera artificiales en su tono lúdico y risueño.

Así, Les enfants sont rois (2021) es de esas obras que engrandecen la función y el sentido del arte literario al elevar la escritura a observatorio desde donde examinarnos a nosotros mismos como individuos y sociedad. Se trata de una de esas proezas, por desgracia tan escasas en nuestro campo literario –lleno de historias de evasión superflua o estereotipadas–, que son un modelo para comprender cómo un autor puede encararse a temas candentes de gran complejidad y alcance y transformarlos en un texto tan inquietante como conmovedor, narrativamente de lo más entretenido; tan profundo psicológicamente como humano y, desde lo ficticio, plenamente real.

Publicado en Cultura/s, 7-I-2023