sábado, 25 de febrero de 2023

Un amor ardiente de cristal puro

“Mi padre murió el 4 de enero de 1960”, señala Catherine Camus en el prólogo del enésimo libro que nos hace vívido y actual a Albert Camus, que pese a llevar muerto tantas décadas mantiene un interés indudable. Así lo constatan las recientes ediciones del año pasado de sus textos periodísticos, y libros como «Camus. Retrato de un moralista» (Página Indómita), de Stephen Eric Bronner, “Cartas a mi maestro” –intercambio epistolar entre el escritor y un profesor suyo– o el gran “Albert Camus. Solitario y solidario”, de la propia Catherine (estos últimos en la editorial Plataforma). Ésta hablaba aquí del deseo de «recobrar la sonrisa, la vivacidad y la generosidad de aquel hombre despierto y entusiasta que me dejó vivir».

Pues bien, ahora, un nuevo libro reúne la correspondencia que mantuvieron Camus y su amante la actriz María Casares, «Correspondencia 1944-1959» (traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego), con el que seguimos adentrándonos en la trayectoria del que fue premio Nobel en 1957. Esta vez desde su más profunda intimidad sentimental y sus reflexiones sobre la vida, la escritura o el teatro. “Tiempo vendrá en que, pese a todos los dolores, seremos ingrávidos, alegres y verídicos”, le dice, por ejemplo, el autor argelino a la actriz en 1950.

Este tono filosófico y poético impregna unas páginas conmovedoras que dan comienzo al poco de unirse como pareja, en 1944; él le había dado un papel para su obra “El malentendido”. Casares, de veintiún años, natural de La Coruña, llevaba casi una década en Francia, producto del exilio republicano, mientras que él, de treinta, estaba temporalmente separado de su mujer, Francine Faure, maestra en Orán, a causa de la ocupación alemana. Precisamente, al volver a encontrarse esposa y marido en octubre de ese mismo año, Camus y Casares romperían su relación, hasta que volvieran a retomarla en 1948 tras cruzarse por azar de nuevo en París. “Nos conocimos, nos reconocimos, nos entregamos mutuamente, logramos un amor ardiente de cristal puro, ¿te das cuenta de nuestra dicha y de lo que se nos ha dado?”, le escribió María una vez.

Publicado en La Razón, 25-II-2023