domingo, 30 de abril de 2023

Entrevista capotiana a Fernando Valverde

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fernando Valverde.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Si se tratara de un país sería Italia. Si hubiera que elegir una ciudad, Turín. Pasear por la Via Pò es uno de los mayores placeres. En cualquier caso, estaría preso si no me encontrara con las personas con las que me gusta estar. Ellos son el espacio de mi libertad.

¿Prefiere los animales a la gente? En absoluto, aunque creo que posiblemente la especie humana sea la peor criatura sobre la tierra. No he logrado empatizar más con un animal que con otra persona.

¿Es usted cruel? He experimentado lo que es la crueldad y lo que significa. Confío en que la poesía que escribo sólo tiene sentido si es una búsqueda de la bondad. En ese camino, la crueldad sería un obstáculo insalvable.

¿Tiene muchos amigos? Muy pocos. Un día creí tener muchos, pero recordando al poeta Federico Díaz-Granados eran de "alta estima y baja confianza".

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La lealtad. Como el amor, la amistad no es posible sin lealtad. Desgraciadamente hay quien confunde la lealtad con la incondicionalidad, con la sumisión a un sistema mafioso que puede llamarse Estado, Partido, Sindicato o Familia. La lealtad se ejerce desde la libertad y por ello se elige.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Como le digo apenas tengo amigos, casi todos me decepcionaron, tal vez exijo lo que no pueden darme, pero es mi forma de entender la amistad. En nuestra cultura (y me refiero a España), nos hemos acostumbrado a llamar amigo a cualquier conocido, como parte de una sociedad obsesionada con el éxito y la popularidad. La realidad es bien distinta, tenemos pocos amigos y el éxito y la popularidad nos acaban dejando solos.

¿Es usted una persona sincera? Demasiado para el mundo de mentira en el que vivimos. En la era de lo falso, ser sincero es una forma de rebeldía. Tal vez por ese motivo conecté con Shelley y Byron más que si se trataran de mis contemporáneos.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? La lectura y el viaje han sido mis más grandes placeres. Ahora también pasar todo el tiempo posible con mi hijo Percy, que crece demasiado rápido.

¿Qué le da más miedo? El miedo. Ya nos lo advirtió Leopardi, no debemos temerle ni a la prisión ni a la muerte, sólo al miedo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Hacer daño a un niño. Víctor Hugo escribió que lo que se le hace a un niño se le hace a Dios y yo no puedo estar más de acuerdo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Habría sido abogado, pero a ser posible en un país donde la justicia no fuera una farsa.  

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Me gusta pasear siempre que haya una ciudad por la que hacerlo. No me atrae pasear por el campo o la montaña. Con el mar es diferente, Byron decía que no existe juventud sin el mar. Yo fui completamente joven y no es posible olvidarlo.

¿Sabe cocinar? Es una de las actividades que más nervioso me ponen. Hay quien dice que es relajante y por más que lo pienso no logro encontrar ese sentido.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Percy B. Shelley. Por eso escribí La muerte de Adonais. Porque ese muchacho inventó el futuro y murió sin verlo, como Moisés a las puertas de la tierra prometida.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? La esperanza puede ser lo mismo y lo contrario, puede salvarnos la vida o destrozárnosla. Ángel González la llamó "araña negra del atardecer" porque alguna vez le mordió el corazón.

¿Y la más peligrosa? Normal. Hemos convertido en normales demasiados crímenes, demasiada complicidad y demasiados comportamientos imperdonables como para mantenerla a salvo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Pero de una manera muy poco exagerada...

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo que la ideología es uno de los pensamientos más peligrosos de los seres humanos y que el día que se inventó la sociedad civil, a la manera de Rousseau, nació la desigualdad entre los hombres.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un profeta o un visionario.

¿Cuáles son sus vicios principales? No tengo vicios. Tengo pequeñas debilidades, como los libros viejos. Pero nada mórbido que pueda considerarse un vicio.

¿Y sus virtudes? La disciplina y la capacidad de sacrificio.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pensaría en el futuro. En todo lo que sería imposible. Ver crecer a mi hijo, cruzar juntos el río de Dante hablando de la Vida Nueva.

T. M.