lunes, 15 de mayo de 2023

Entrevista capotiana a Paloma Caro

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Paloma Caro.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una biblioteca pública en la que hubiera también una buena filmoteca.

¿Prefiere los animales a la gente? No, pero cuando leo o paseo el mejor compañero es un perro porque sabe hacer compañía en silencio.

¿Es usted cruel? Intento no serlo. Soy tan observadora y tengo tan buena memoria que hacer daño me podría resultar fácil, pero no es bueno para mi... ni mucho menos para el otro, claro.

¿Tiene muchos amigos? Cinco. Hablo de los buenos, de esos a los que no hace falta rendir pleitesía y que no te la rinden a ti, de los que son tan “antipáticos” que te juzgan duramente para hacerte ser mejor.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La lealtad, el respeto y la generosidad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos?  Y yo a ellos, claro. Pero somos ya tan maduros que hemos aprendido a sobrellevar la decepción. Sonreímos, nos decimos que forma parte de la vida y nos tomamos un vinito.

¿Es usted una persona sincera?  A veces demasiado. Estoy aprendiendo lo de “si al hablar no has de agradar, mejor callar” que decía la madre de Bambi.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leo y escribo, nado, porque adoro ser ligera dentro del agua. Veo amigos y voy al cine.

¿Qué le da más miedo? Una enfermedad inhabilitante mentalmente.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?  El poco respeto actual por las obras literarias, que lleva a algunos profesionales políticamente correctos a cambiarlas sin ser coherentes con la historia de ese momento ni tener consideración para el autor o los lectores: ¿un actor de raza negra representando a un aristócrata del siglo XVIII? ¿James Bond que ya no coquetea con Moneypenny o siendo mujer? Hay muy buenos escritores y guionistas en la actualidad que podrían trabajar en algo nuevo.

 Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? He sido publicitaria y hotelera, Tuve mucha ilusión en un momento dado por ser actriz, hasta hice teatro aficionado.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico?  Nado dos veces a la semana, a veces tres y me gusta caminar.

¿Sabe cocinar? Me encanta comer bien y por eso cocino.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Perico Chicote el de la cocteleria Chicote de la Gran Vía madrileña. Si estuviera vivo y deslenguado ¡lo que podría contar! El bar decorado por Gutiérrez Soto en los años treinta, es una maravilla.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? ¿Y la más peligrosa? Respeto, le respect, rispetto, respect... Es peligrosa si se usa tanto en vacío que pierde sentido.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien?  Hombre, matar no, pero poner alguna zancadilla sí.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Más de izquierdas en mi juventud y más de centro ahora. Me cuesta votar.

 Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Rica. 

¿Cuáles son sus vicios principales? Comer lo que me sienta mal y engorda, acompañado de buen vino.

¿Y sus virtudes? La perseverancia y el entusiasmo.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?  ¿Cómo van a entrar en casa si no le he dejado las llaves a nadie? ¿Qué voy a hacer sin mí?

T. M.