lunes, 12 de junio de 2023

Entrevista capotiana a Elena Gallego Abad

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Elena Gallego Abad.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi biblioteca. Me permite ser libre para viajar en el tiempo y el espacio. Viviendo todas las vidas ocultas en mis libros podría ser feliz.

¿Prefiere los animales a la gente? Con los animales no es posible mantener una conversación inteligente.

¿Es usted cruel? Con los personajes de mis novelas. Los castigo hasta el último capítulo. Siempre muere alguno.

¿Tiene muchos amigos? Alguno conservo desde la infancia. Otros van y vienen, como las olas. Si necesitas un hombro en el que llorar, llámame.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Sinceridad, aunque duela. Discreción siempre. Un empujoncito cuando la vida se pone cuesta arriba. Saber que están ahí, aunque llevemos años sin vernos. En cualquier momento podemos retomar aquella última conversación, y reírnos del mundo.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? La amistad es un castillo de naipes. A veces cuesta mantenerla.

¿Es usted una persona sincera? No soy consciente de lo contrario.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Viajando en furgoneta por carreteras comarcales, curioseando en mercadillos y librerías de viejo o cultivando tomates azules en mi huerto.

¿Qué le da más miedo? El olvido. La ignorancia interesada. La combinación de ambos.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La deriva de la sociedad, cuesta abajo y sin frenos.

Si no hubiera decidido ser escritora, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No concibo la vida de otro modo. No sería yo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Todas las noches, ante el espejo, me prometo que empezaré mañana.

¿Sabe cocinar? Arroces, pastas, guisos… Me gusta preparar platos tradicionales y experimentar nuevas recetas. En la cocina juego a ser alquimista de sabores. Algún día escribiré un libro de secretos culinarios, o los deslizaré en alguna novela. Colecciono libros de cocina de países diversos y conservo fotos de mis visitar a mercados en cuatro continentes. Con la tarta de queso voy progresando adecuadamente (eso dicen).

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Agatha Christie, Emilio Salgari o Enid Blyton. Los personajes de sus libros poblaron mi infancia, desde entonces me acompañan. Sus huellas están presentes en las novelas que escribo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Ilusión. La que pongo en todas las cosas que hago.

¿Y la más peligrosa? Cualquiera que oculte la mentira.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? En mis novelas, siempre.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Tengo tendencia a guardar silencio. Deformación profesional.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un libro abierto.

¿Cuáles son sus vicios principales? La tarta de queso, en todas sus variedades, y acumular libros.

¿Y sus virtudes? Trabajo y constancia.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?  ¿Quién ha sido el idiota que se ha dejado el grifo abierto?

T. M.