Jean-Marie Gustave Le Clézio obtuvo el premio Nobel por ser, así lo definieron los miembros del jurado, un «escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensibilidad extasiada; explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilización dominante». Y es que, con su medio centenar de libros, marcados por la extranjería que ha atravesado su andadura vital —«Viajando se escucha mejor el ruido del mundo», afirmó al recibir el galardón—, Le Clézio representa al escritor curioso de muchas culturas y sensible a los problemas sociales.
Vio la luz en Niza en 1940 y siempre ha dicho que su patria es la isla Mauricio, en el océano Índico, aludiendo con ello a que fue el sitio del que es originaria su familia y cuya nacionalidad ostenta, junto con la francesa. Y ahí está ambientado el primer relato de “El amor en Francia” (traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego), titulado “Anverso”, sobre una niña que escapa de su casa, temerosa de que un mal tipo abuse de ella sexualmente y de las vicisitudes con las que se encontrará a medida que tope con gentes ora indeseables, ora hospitalarias.
Asimismo, el paso del autor por África y México –donde vivió doce años– le hizo interesarse por las culturas indígenas, hasta el punto de considerarse un nómada y ver las lenguas y las nacionalidades desde lo mestizo. Esto se aprecia en esta colección de ocho historias, con mezcla de idiomas nativos y con un nexo común: el sufrimiento, pero también la capacidad de resistencia y supervivencia, de los más jóvenes en circunstancias extremas de esclavitud, violación o miseria.
Es el caso de «Camino de luz», en que una adolescente embarazada, junto a un chaval discapacitado, logra huir de un campo de explotación de niños, una aberración concebida por los «revolucionarios» marxistas de Perú. Esta impronta hispanoamericana es ostensible en otro cuento, «La pichancha», también con protagonistas juveniles que padecen calamidades en la frontera entre México y Estados Unidos. Todo con una fuerza literaria que consigue ponernos delante, con verosimilitud, la realidad más funesta de los más vulnerables.
Publicado en La Razón, 16-IX-2023