viernes, 13 de octubre de 2023

Entrevista capotiana a Andrés Gusó

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Andrés Gusó.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Uno en el que al alzar la vista del libro pudiese ver el mar, escuchar el graznido de las gaviotas y una voz querida a mi lado.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a la gente que ama a los animales.

¿Es usted cruel? Que yo sepa no, aunque nunca les pregunté a mis posibles víctimas.

¿Tiene muchos amigos? Amigos menos que conocidos, pero suficientes.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Bonhomía y sentido del humor.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Suelo elegirlos bien, aun así, alguno salió rana y tuve que cortar por lo sano.

¿Es usted una persona sincera? Generalmente sí y siempre que no haga daño a un tercero; tampoco renuncio a la mentira cuando conviene.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Pintando y leyendo o viendo películas, además de lo habitual: familia, amigos, pasear, viajar. La verdad, no me aburro casi nunca.

¿Qué le da más miedo? Morirme antes de tiempo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?  La gente que amparándose en el fin justifica los medios. La hipocresía, la manipulación y el abuso de poder.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Habría sido pintor, o cualquier otra actividad que me permitiese crear.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Caminar todos los días una hora como mínimo.

¿Sabe cocinar? Sí, y además me gusta. Se me dan particularmente bien los guisos y los arroces. Y la tortilla de patatas poco cuajada y sin cebolla, por supuesto.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A un héroe anónimo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Mañana.

¿Y la más peligrosa? Ayer.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Solo en la ficción, y ahí mucho, todo lo que puedo. Es muy liberador.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Capitalismo social. Combinar el principio de la libertad con el principio de la compensación social en el mercado, es decir, libertad de mercado, pero, a su vez, utilizar la intervención estatal para asegurar la equidad social. Riqueza sí, pero mejor repartida a través de impuestos proporcionales: quien más tiene más paga.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gusta lo que soy.

¿Cuáles son sus vicios principales? La impaciencia y la terquedad.

¿Y sus virtudes? La constancia y el optimismo.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Una sobremesa con mi familia.

T. M.