sábado, 9 de diciembre de 2023

Entrevista capotiana a Carlos Torrero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carlos Torrero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Eso de “sin poder salir jamás de él” suena a condena incluso en el paraíso. Con todo, Cicerón dijo “Si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo” y supongo que es cierto. Le sumaría el mar, cualquier lugar cerca del mar.

¿Prefiere los animales a la gente? En absoluto. Prefiero a las personas. Es por el lenguaje. Si los animales pudieran hablar y callar como nosotros, ya me sería más difícil elegir.

¿Es usted cruel? Diría que no. Suelo ser empático (quizás demasiado) y siento compasión ante el sufrimiento propio y ajeno. ¿Podría serlo puntualmente? Sí, es probable.

¿Tiene muchos amigos? Contestaré con una cita de Italo Calvino que me gusta mucho: “En efecto, trato de prescindir del mayor número de amigos posible”. Tengo pocos amigos. Conocidos muchos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Voluntad, lealtad, fraternidad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Podría ser, pero es casi más una cosa mía que suya, creo. Por otra parte, todo, tarde o temprano, decepciona.

¿Es usted una persona sincera? Sí, pero también soy una persona educada.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, escribiendo, en el cine o reunido con familia y amigos.

¿Qué le da más miedo? Posiblemente mirar a mi hija a los ojos y advertir en ellos odio o indiferencia.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? A mi edad ya me escandalizo poco, pero sigo sin entender por qué le llaman queso a los tranchetes.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Entiendo la pregunta pero para sobrevivir, hoy en día, hay que ser creativo. Te dediques a lo que te dediques. No sé, instructor de buceo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, a poder ser al aire libre. Para mí es importante. He practicado baloncesto, atletismo, piragüismo y otros ismos.

¿Sabe cocinar? Sí, cocino y me gusta, pero platos tradicionales de cuchara pocos.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Aprovecharía la ocasión para volver y profundizar en una figura como Petrarca. A poder ser con viaje incluido a Arezzo, Florencia, Bolonia, Roma y Nápoles.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Seguro que hay muchas que desconozco y que no hay traducción directa, pero diría que siempre es “amor” o “futuro”.

¿Y la más peligrosa? Hay muchas: “Odio”, “dogmatismo”, “almóndiga”.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Unas cuantas, sí. He fantaseado con contratar a algún sicario o a la mafia para no mancharme las manos. Otras veces, sin embargo, me he imaginado haciéndolo yo mismo en solitario para mayor goce. Pero luego se me pasa, no soy rencoroso.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Me considero una persona progresista. Y creo que somos animales políticos. Hasta en la sintaxis hay política. No debemos dormirnos. Otra cosa son los políticos. Ninguno me representa y debemos ser más exigentes. El nivel de competencias que demuestran tener es, por lo general, de vergüenza.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un pájaro o la proa de cualquier velero.

¿Cuáles son sus vicios principales? Intento preservar la poca libertad de la que disponemos, por eso dejé de fumar. Vicios tengo pocos. Me gusta probar y frecuentar, pero no esclavizarme.

¿Y sus virtudes? Tendrían que decirlas los demás, yo ando aún buscándolas. Pero me gusta escuchar.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pues me temo que no sucede como nos han contado en las películas, pero en todo caso, podría imaginarlo: estoy  haciendo apnea en el fondo del Mediterráneo, en algún punto ciego entre Mallorca y Menorca. Estoy atrapado en un paso comprometido, bajo un techo de roca. Al principio lucho, me retuerzo, grito y se me llena la boca de agua, pero pronto entiendo y me calmo: voy a morir. Entonces llega mi vida como un tren de diapositivas, nada de fundidos encadenados largos: yo de bebé en brazos de mamá. Clac. Yo en los hombros de mi padre haciendo el elefante. Clac. Los caballos torcidos al sol el día de nuestra boda. Clac. Los ojos azul nublado de mi hija. Clac. Retrato de mis libros con chimenea al fondo. Clac. Yo buceando desnudo y en el cielo una batalla insoportable de gaviotas. Clac. Una hermosa viuda.

T. M.