jueves, 18 de enero de 2024

Entrevista capotiana a Marina Gamazo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marina Gamazo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Aquel en el que oliera a tierra húmeda, a fresco, a un chocolate caliente entre las manos escuchando el repiqueteo de las gotas sobre los ventanales y el crepitar de las llamas de una chimenea. La luz blanca de un día de tormenta y puede que rock de fondo. Aquel que supiera a casa.

¿Prefiere los animales a la gente? Por supuesto. Rara vez te traiciona tu perro. No considero necesario explicarlo más.

¿Es usted cruel? Según lo que se suele entender por cruel, no creo. Pero sí actúo a veces con indiferencia que puede resultar también una forma de crueldad.

¿Tiene muchos amigos? Definamos el concepto «amigo». Yo no le concedo ese título a cualquiera. «Conocidos» podría decir que tengo muchos, «colegas» o «compañeros» para charlar de temas banales o específicos de cada espacio social, puede que bastantes. Pero, ¿amigos?, no, amigos tengo solo unos pocos. Pocos y buenos, más que suficientes.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Lealtad y reciprocidad. Confianza. Que sepan escuchar y, aún más difícil, que sepan dejarse escuchar. Supongo que no es sencillo hacerse amigo mío.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? A lo largo de mi corta vida he sufrido unas cuantas decepciones por parte de amigos. Pero diría que el error ha sido mío, por conferirle esa categoría a quien no la merecía. No siempre acierta uno a juzgar bien a las personas.

¿Es usted una persona sincera?  Lo justo. La honestidad me resulta un rasgo esencial en una persona. Tan esencial como saber cuándo, cómo, a quién y en qué medida decir las verdades. Hablo de verdades personales. Las verdades públicas han de ser siempre reveladas.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Últimamente brilla por su escasez, pero diré que me atraen cosas típicas como leer, ver series, caminar por la montaña. La fotografía solía gustarme pero no dispongo de tiempo ni voluntad suficiente ahora mismo. Y la buena compañía más que nada. Muchas veces me basta con sentarme y hablar con las personas importantes para mí. También a veces me obligo a mí misma a aburrirme: la necesidad de estar constantemente ocupando el tiempo es un problema de esta sociedad, algunos ratos debería bastar con sentarse y disfrutar del silencio o las vistas.

¿Qué le da más miedo? El sentimiento de impotencia ante el dolor de las personas que quiero, el futuro, que mi esfuerzo sea en vano y fallar.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que me escandalicen existen múltiples cosas (la desfachatez de algunas personas, los chanchullos en cualquier ámbito incluidos los microespacios de poder, la inacción ante barbaridades… En fin, no sigo porque no acabaría nunca); que me sorprendan, cada vez menos.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Esta pregunta me ha hecho mucha gracia. Creo que la palabra «escritor» todavía me queda algo grande, y desde luego no me dedico exclusivamente a ello. Contestaré, sin embargo, que mi gran sueño de niña era ser bailarina. Y si no, imagino que algún oficio basado en el orden, la clasificación… Suelo encontrar placer en ambas actividades y me permiten evadirme por un rato del pensamiento y las luchas mentales.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Típico gran reto pendiente. De momento, caminar. Digo de momento para sugestionarme a mí misma con la idea de que debería ser menos sedentaria. Me gustaría volver a bailar.

¿Sabe cocinar? Otra palabra que debería definirse para contestar con exactitud. Cocino unas cuantas recetas que me permiten sobrevivir. Poco a poco voy aprendiendo más. Pero no es una actividad que me apasione. En general, me produce pereza, sobre todo si es para mí sola.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Fuera de mi familia y amigos, a cualquier persona, profesores especialmente, que intentan convencerte de la incapacidad de cumplir tus sueños de manera que acabas haciéndolo solo por quitarles la razón. Y a un grupo de música, Depeche Mode, porque me trae muy buenos recuerdos de mi infancia.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Yo señalaría dos: futuro y juventud. También son las palabras más llenas de desesperanza.

¿Y la más peligrosa? Amor.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Matar como tal, no, pero sí que he sentido indiferencia ante lo que le pudiera ocurrir a algunas personas en determinados momentos. Considero la superación del rencor como uno de los mayores rasgos de cultura y civilización que puede mostrar una persona.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? El ateísmo político, por decirlo así. No me identifico con ninguna de las voces que hay ahora mismo en el panorama nacional ni mundial. Los políticos se me antojan hoy en día conquistadores en la América del siglo XVI: ávidos de poder y fama, cegados por el deseo de riqueza, individualistas y creyentes en el providencialismo, que en este caso se basaría en presentarse como salvadores de la sociedad en decadencia elegidos por un dios que se creen que encarnan también en su propia figura. Constituimos su particular mito de El Dorado, especialmente los jóvenes, solo que en este caso, mediante manipulación y propaganda, muchas veces el mito se hace realidad y acabamos engañados y conquistados. Otras veces, solo consiguen sembrar desesperanza. En pocas palabras, no creo en una política que no es política sino teatro y que solo consigue votos comprados, votos de engañados o votos protesta que no hacen sino empeorar las cosas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una amiga me comparó hace poco con un petirrojo: «cuca y muy libre» en sus palabras. Me gustaría que fuera realidad.

¿Cuáles son sus vicios principales? La adicción al trabajo y el perfeccionismo selectivo.

¿Y sus virtudes? La perseverancia. El esfuerzo personal. La forma de querer, que quizás muchas veces es también mi condena.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi abuela calentándome mis manos heladas entre las suyas. Alguna payasada de mi padre. El abrazo de un amigo o su ilusión ante mis pequeños éxitos. Una tarde de paz en la montaña. Y, por supuesto, como ya he dicho, algún fotograma de mi infancia con Depeche Mode como banda sonora.

T. M.