lunes, 26 de febrero de 2024

Entrevista capotiana a Carlota Suárez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carlota Suárez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Viviría en Las Palmas de Gran Canaria, en un apartamento con vistas a la Bahía del Confital. Adoro el clima y la energía que se respira allí. Como lectora empedernida que soy, viajo a diario a través de los libros, motivo por el que jamás padecería del llamado “síndrome de la isla“.

¿Prefiere los animales a la gente? No creo que sea una cuestión de elegir o generalizar. Hay personas que no me gustan nada, lo que implica que me gustan menos que cualquier animal, planta u objeto inanimado. Las personas que afirman con rotundidad que prefieren los animales a la gente me dan repelús.

¿Es usted cruel? Es probable que de modo inconsciente, lo haya sido en más ocasiones de las que me gustaría reconocer.

¿Tiene muchos amigos? No. Tengo pocos amigos y desconfío de quienes afirman tener muchos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que no me juzguen. Es la base de cualquier conversación sincera.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No más de lo que yo los decepciono a ellos.

¿Es usted una persona sincera? Con los demás, soy todo lo sincera que puede ser una escritora. Y en los últimos años, he descubierto cierta tendencia a mentirme a mí misma. El yoga me está ayudando a solucionar esta cuestión.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, escribiendo, bebiendo café y comiendo chocolate.

¿Qué le da más miedo? La ignorancia.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La corrupción, el abuso de poder y el apoyo incondicional al grupo, entendiendo como «grupo» partidos políticos, confesiones religiosas, equipos deportivos…

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? La necesidad de contar historias es innata en mí, así que habría buscado una disciplina que me lo permitiera. Habría sido fotógrafa o cineasta.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Siempre he practicado deporte y necesito hacerlo a diario. Tuve una lesión que me obligó a modificar mis rutinas, pero voy al gimnasio siempre que puedo y salgo a correr a menudo. También practico yoga, pero no lo considero una disciplina deportiva.

¿Sabe cocinar? ¡Sí! Aprendí a cocinar tarde, pero disfruto mucho haciéndolo y me relaja un montón.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Julio Cortázar, sin duda. Mi querido cronopio me ayudó a comprender que no estoy sola.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? «Palabra».

¿Y la más peligrosa? «Certeza».

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No en sentido literal, pero sí en el figurado. Admito que he querido «destruir» a algunas personas y eso me avergüenza y me hace sentir miserable.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy librepensadora y ejerzo esa libertad rodeada de personas que intentan etiquetarme constantemente. Cumplí la mayoría de edad ilusionada con votar a un señor que parecía un califa, hablaba con elocuencia, defendía sus principios y predicaba con el ejemplo. Lo hice. Fue la última vez que un político no me decepcionó.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Tinta.

¿Cuáles son sus vicios principales? Comer chocolate y beber café.

¿Y sus virtudes? Apenas tengo. Soy constante y muy curranta, pero en los últimos tiempos lo veo como un problema.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Soy muy práctica y quiero vivir, así que visualizaría aquellos elementos que me podrían salvar la vida: un chaleco salvavidas, un flotador, un libro y una tableta de chocolate.

T. M.