sábado, 17 de febrero de 2024

Entrevista capotiana a Eva Rojas

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eva Rojas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La casa de mis padres. Viven entre montañas y al lado de un río. Esa casa es refugio y el primer sitio en el que empecé a escribir.

¿Prefiere los animales a la gente? No. Soy bastante filántropa aunque últimamente la humanidad me lo está poniendo complicado.

¿Es usted cruel? No. Peco de lo contrario. Soy una persona demasiado empática desde niña y eso me ha llevado a ser vulnerable muchas veces. Cuando iba a la guardería entraba diciendo: ‘que no hay que llorar. Venimos a jugar’. Y en ese mood ‘Celia Cruz’ seguimos.

¿Tiene muchos amigos? Lo que más feliz me hace es estar en grupo con gente a la que quiero y con la que me río. Mi vida está muy marcada por mis grupos de amigos. Mi casa siempre ha estado llena de ellos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Sobre todo, lealtad. Es un defecto de familia. Mi padre es MUY ‘Stark’ (referencia a Juego de Tronos) y yo he aprendido a ser como él. No traicionaría jamás a alguien de mi banda y preferiría perder una oportunidad muy buen a escaquearme de ayudar a alguno de los míos siempre que me necesiten.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, la verdad es que suelo ser bastante comprensiva. Entiendo que las amistades cambian y se transforman y también, entiendo mucho los procesos vitales de cada uno. Me suelo adaptar bien al momento de cada uno. Además, soy una persona a la que le cuesta mantener el contacto telefónico todos los días y eso es ‘algo’ que me aguantan a mí los míos.

¿Es usted una persona sincera? Sí pero (todo lo que vaya después de un pero invalida lo anterior, ¿no? BROMA) estoy muy en contra de la sinceridad no pedida. Los sincericidios que hieren a los demás no son mi estilo. Por ejemplo: ‘Qué mal te queda esa blusa’ o ‘Antes me caías fatal pero ahora ya no’. Ese tipo de comentarios me parecen innecesarios.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Como soy reportera de viajes y me paso mucho tiempo de hotel en hotel, mi plan perfecto ahora tiene componentes muy básicos para los demás: sol, amigos, vino tinto y dormir en mi cama.

¿Qué le da más miedo? No soy especialmente miedosa. Me lo tomo todo como si fuera una espectadora de mi vida porque normalmente me pasan cosas que a los demás, no. Tiene mucho que ver con mi trabajo pero lo intento disfrutar. Mi mayor miedo sería no poder controlar mi cabeza por alguna enfermedad, perder la memoria y en definitiva, no tener ningún vínculo con todo lo que he vivido.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza la crueldad. No puedo, de verdad, soportar ver imágenes violentas en las que se somete al débil a un dolor gratuito. Peleas, bullying… todo eso me horroriza.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Yo estudié Bellas Artes y siempre me ha encantado la fotografía. Es otra manera de contar el mundo y creo que, además, todos tenemos un prisma personal interesante. Supongo directora de arte, fotografía o por soñar en alto, de cine.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Ay, sofing. Ahora en serio, se me da FATAL. Soy como un avión de mármol en cuanto a movimiento pero sí me obligo a ir con mis amigos y soy conocida en el centro de deporte al que acudo por ir siempre a socializar. La progresión es 3 tablas de sentadillas, una de anécdotas de mi semana.

¿Sabe cocinar? Soy adulta disfuncional y se me da bastante mal PERO en contraposición y para mi deleite, tengo las papilas gustativas de un soldado acostumbrado a vivir de trinchera en trinchera: todo me sabe rico y no tengo ninguna intolerancia; cosa que a día de hoy es como haber visto un caballo volador pasar por el cielo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Qué complicado eso. Soy poco impresionable por profesión. Me cuesta ‘admirar’ a las figuras públicas. Quizás porque entrevisté a algunas y me decepcionaron en el tú a tú. Inolvidable, por ejemplo, fue mi abuela. Vivió hasta los 97 años en un tercero sin ascensor y sobrevivió sin perder el humor, a cosas que a los de mi generación nos costarían años de terapia.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Nosotros.

¿Y la más peligrosa? Nunca.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero si he experimentado el odio. Me di cuenta de que se invertía la misma energía que en amar pero a la inversa y decidí dejar de hacerlo. Por optimización de recursos, básicamente.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? No me interesan las conversaciones sobre política porque siento que son casi siempre infructíferas. Cuando tuve que dedicarme a hacer seguimiento de la política nacional por trabajo, llegué a incluso a deprimirme así que tengo poco que añadir al respecto.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? ¿Un sofá? Algo que todo el mundo asocie con buenas vibras.  

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy riojana y el vino tinto is my passion. Cero original en esto.

¿Y sus virtudes? Yo creo que mi principal característica es la alegría. Me cuesta estar de ‘bajón’ y reconozco que todo se me hace mucho más llevadero porque es una actitud innata.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Hala, siempre he fantaseado con que existiera una empresa que una vez llegados a término, te resumiera tu vida en el formato que más te guste. De la mía diría: mi infancia con sus episodios difíciles, la adolescencia de subidón, mi padre, mi padre, mi padre, la primera vez que conseguí un trabajo en tv, vivir con mi mejor amiga en una casita de Malasaña, la primera vez que me contrataron como reportera de viajes, la muerte de mi hermano en pandemia, todos los programas que he grabado y un montón de cosas increíbles que han venido después que como colofón tienen la publicación de esta novela. Soy experta en meterme en jardines pero también, en saber encontrarles las flores.

T. M.