jueves, 4 de abril de 2024

Entrevista capotiana a Juan R. Escobar

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan R. Escobar.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Supongo que elegiría el planeta Tierra, aunque ya sé que es una respuesta trampa a una pregunta trampa. Así que me decido por una mesa camilla, en una casa de campo, en invierno. Es imposible salir de ahí aunque quieras.

¿Prefiere los animales a la gente? Se atribuye a Diógenes de Sinope la frase: “Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”. La he ladrado muchas veces, aunque en general, prefiero a cierto tipo de gente antes que ciertos tipos de animales. Pero para un rato, no para siempre.

¿Es usted cruel? No siempre me sale bien ser malo, así que prefiero el pasotismo a la crueldad. Soy cómodo, así en general, y ser cruel requiere de mucha planificación y esfuerzo.

¿Tiene muchos amigos? Si los tengo, no los conozco. Aunque los pocos que conozco siguen estando y siguen siendo.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Una conversación interesante, ironía, nobleza, bipolaridad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Antes solía sentirme decepcionado, ahora no espero grandes momentos. Los disfruto más y soy más objetivo. La decepción es una consecuencia subjetiva.

¿Es usted una persona sincera? Soy una persona honesta, que a veces dice la verdad.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta pasear, tocar la guitarra, escribir, leer, cantar, ir de bares. Estar solo. Escuchar chistes. Volver a casa.

¿Qué le da más miedo? Lo que todavía no ha ocurrido.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Puedo decir que nunca me ha escandalizado nada. Creo que por eso, mi libro favorito es “El escándalo”, de P.A. de Alarcón. Ya no quedan grandes escándalos. Nos tenemos que conformar con polémicas teledirigidas que nos obligan a posicionarnos.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué  abría hecho? Ni lo sé ni me importa.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Intento cuidarme, así que no hago nada que pueda hacerme daño. Eso incluye correr, ir al gimnasio, practicar deporte. Moverme.

¿Sabe cocinar? Tengo amigos que cocinan muy bien. Soy un buen crítico gastronómico que se come todo lo que otros cocinan y asiente mientras mastica.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Ricardo Martín, el protagonista de mi primera novela. Quedaron muchas conversaciones en el aire.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Posibilidad.

¿Y la más peligrosa? Probabilidad.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sin duda. Aunque he preferido desear que se muera él solo, no duraría mucho en la cárcel.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Cada día tiendo más al nihilismo. No me gusta entregar mi palabra. No me siento representado por ninguna ideología, si es que existe alguna.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un niño que sueña con ser mayor eternamente.

¿Cuáles son sus vicios principales? Estar solo. No me canso de buscar lugares donde no haya absolutamente nadie. Echar de menos. Sentir nostalgia.

¿Y sus virtudes? Mi imaginación. Y mi cabello rubio y ondulado.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Me gustaría responder que vería los rostros de mis padres, de mi mujer y mis hijos, en un álbum de cromos coleccionado y ordenado por mis propias manos. Pero creo que vería imágenes de una botella de oxígeno, un traje de buzo, una cuerda desde la superficie, o una vigilante de la playa sacándome de allí. Mi esquema clásico debe ser bastante práctico.

T. M.