lunes, 29 de abril de 2024

Entrevista capotiana a Mireia García Contreras

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mireia García Contreras.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa, pero siempre y cuando se quedaran conmigo mis chicos, mi familia, mis perros y mis libros. Y si esa casa estuviera en el Pallars, pues mucho mejor.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero mis perros a muchas personas. Prefiero cualquier animal a algunas personas. Y prefiero a algunas personas a todos los animales del mundo.

¿Es usted cruel? No me lo parece.

¿Tiene muchos amigos? No.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean buenas personas.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Los que conservo no me decepcionan, aunque quizás por eso conserve tan pocos.

¿Es usted una persona sincera? No siempre, la sinceridad mal gestionada puede herir a los demás.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, limpiando las hojas de mi limonero, durmiendo en el sofá, paseando, mirando en la TV series mediocres de policías, de médicos, de bomberos.

¿Qué le da más miedo? La decrepitud.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que seamos capaces de ver a la hora de la cena cómo masacran a la población indefensa que vive a unos pocos miles de kilómetros de aquí, y sigamos sorbiendo la sopa tan ricamente.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Es algo que no puedo imaginar, la escritura forma parte de mi identidad desde que era una niña. No puedo imaginarme sin esa pulsión. Lo que sí puedo es imaginarme ganándome la vida con cualquier otro oficio. De hecho, es lo que he estado haciendo durante muchos años.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Ahora sí, desde hace algunas semanas: prescripción médica.

¿Sabe cocinar? No. Sé hervir alimentos, utilizar la sartén y el horno para elaborar platos simples, casi todos comestibles. Pero eso no es cocinar.  

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Juntaría a Jesucristo y a Faulkner, creo que se llevarían bien.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Empatía.

¿Y la más peligrosa? Codicia.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, que yo recuerde.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? De izquierdas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Debo de ser muy simplona, porque, en este momento, no me gustaría ser ninguna otra cosa.

¿Cuáles son sus vicios principales? No tengo vicios.

¿Y sus virtudes? Alguna tendré, pero eso deberían decirlo los que mejor me conocen.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Prefiero no imaginarme en esa tesitura. Además, no creo que fuera capaz visualizar más que la falta de oxígeno en mis pulmones.

T. M.